Si alguien nos pide que pensemos un órgano de nuestro cuerpo relacionado con las neuronas, la cognición, o incluso las emociones, seguramente que lo primero que se nos viene al pensamiento es el cerebro. Centralizamos de forma exclusiva y, en ocasiones también de manera excluyente, todo lo que tiene que ver con la gestión de nuestra conciencia con el cerebro, olvidándonos así de que no solamente tenemos neuronas en el cerebro, que nuestra toma de decisión no está ubicada únicamente en el cerebro, ni tampoco, evidentemente, que nuestras emociones, y la manera como intentamos (en ocasiones ímprobamente) gestionarlas, también está en el cerebro. Pero resulta que no es así. Resulta que también tenemos neuronas repartidas a lo largo y ancho de nuestro sistema nervioso, y en concreto, en nuestro sistema digestivo.