Archivo de la etiqueta: soledad

El cielo vacío: Una filosofía de la soledad

La soledad es un sentimiento subjetivo. Es el resultado de percibir y evaluar una situación. Dependerá, por tanto, del estado emocional en que se encuentra la persona, y no tanto el entorno y las circunstancias que se den, lo que hará que nos sintamos solos o no. Es la reflexión que hacemos en función de cómo nos sentimos lo que comporta que acontezca. Todos la hemos sentido. Estando acompañados o no. Sabiendo que contamos con personas a nuestro alrededor y sin red social que nos acoja.

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Condenados a mirarnos el ombligo

Las nuevas tecnologías, la rapidez con la que todo se mueve y cambia hoy día, las urgencias cotidianas transformadas en incendios que se repiten y se repiten dándonos la sensación de que no hemos apagado uno que se ha encendido otro, la intrascendencia con la que nos relacionamos con la mayoría de personas que nos rodean… y un posible largo etcétera más, acaban provocando que acabemos imbuidos en nosotros mismos, contemplándonos desesperadamente el ombligo, incapaces ya no de empatizar, sino de simplemente prestar atención a los demás. Ni vemos, ni nos ven. Quid pro quo que todo lo arrasa dejando allí donde pasa un infinito desierto cada vez más difícil de recuperar.

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Soledad del líder

El liderazgo es una de las múltiples maneras en que podemos dividir a las personas. Bueno, en realidad todo es susceptible de ser dual, pero si nos ceñimos exclusivamente a la cuestión del liderazgo, veremos que por un lado están aquellas personas a quienes no les gusta liderar, que prefieren que las decisiones las tomen otros aun a riesgo de que en ocasiones no les quede otra que obedecer órdenes indeseadas, y los que, con independencia del grupo y la situación, tienden a llevar las riendas y decidir por los demás aunque buscando su bienestar. Personalmente, no me cuesta en absoluto entender a los primeros.

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Emociones políticas 2

Cualquier sociedad aspira (o en sus inicios lo hizo, posiblemente visto los resultados de forma utópica) a que la emoción que una a todos aquellos que la componen sea el amor. Diferentes investigaciones han demostrado que, si existe una emoción importante para el bienestar de las personas, esta no es otra que el amor. Basta con recordar, a modo de ejemplo, la teoría del apego de Harlow, que nos muestran que es el amor es la emoción responsable de unir emocionalmente a las personas. En el caso concreto de los bebes, bien canalizada, los impulsa hacia la empatía, hacia el establecimiento de un interés verdadero y no egoísta en relación a la otra persona (que no la vea únicamente como un modo de lograr un fin, alimento, calor, etc.). En cambio, en la mayoría de las sociedades (desde las familias hasta las naciones) la cohesión grupal se construye a partir de sentimientos como el de “amor a la patria”, los cuales se conforman, principalmente, gracias a la emoción del orgullo. El orgullo es el “pegamento” esencial que garantiza y afianza un verdadero sentimiento de pertenencia a un grupo. Sin embargo, la diferencia entre “amor” y “orgullo” resulta más que evidente. Mientras que el primero produce una visión de igualdad entre las personas, favoreciendo la cooperación, la fraternidad y las conductas altruistas, en cambio, el segundo, se asienta en la diferencia y la competición, es decir, en aquello que hace superior a una persona per el único motivo de pertenecer a una nación, grupo, colectivo, familia, etc. Mientras que el amor une, el orgullo individualiza y nos convierte en islas, al fomentar únicamente la obligación de “defendernos” de todo aquello que pueda empequeñecernos.

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Emociones políticas

Cualquier sociedad aspira (o en sus inicios lo hizo, posiblemente visto los resultados de forma utópica) a que la emoción que una a todos aquellos que la componen sea el amor. Diferentes investigaciones han demostrado que, si existe una emoción importante para el bienestar de las personas, esta no es otra que el amor. Basta con recordar, a modo de ejemplo, la teoría del apego de Harlow, que nos muestran que es el amor es la emoción responsable de unir emocionalmente a las personas. En el caso concreto de los bebes, bien canalizada, los impulsa hacia la empatía, hacia el establecimiento de un interés verdadero y no egoísta en relación a la otra persona (que no la vea únicamente como un modo de lograr un fin, alimento, calor, etc.). En cambio, en la mayoría de las sociedades (desde las familias hasta las naciones) la cohesión grupal se construye a partir de sentimientos como el de “amor a la patria”, los cuales se conforman, principalmente, gracias a la emoción del orgullo. El orgullo es el “pegamento” esencial que garantiza y afianza un verdadero sentimiento de pertenencia a un grupo. Sin embargo, la diferencia entre “amor” y “orgullo” resulta más que evidente. Mientras que el primero produce una visión de igualdad entre las personas, favoreciendo la cooperación, la fraternidad y las conductas altruistas, en cambio, el segundo, se asienta en la diferencia y la competición, es decir, en aquello que hace superior a una persona per el único motivo de pertenecer a una nación, grupo, colectivo, familia, etc. Mientras que el amor une, el orgullo individualiza y nos convierte en islas, al fomentar únicamente la obligación de “defendernos” de todo aquello que pueda empequeñecernos.

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Alguien con quien “pelear”

Todos conocemos o hemos conocido personas que necesitan estar continuamente buscando alguien con quien “pelear”, a quien “culpar” de la situación que sea, por insulsa e intranscendente que ésta pueda resultar. Personas que viven para encontrar motivos que justifiquen la contienda continua en la que basan su existencia. Seres que basan su existencia en tener una “causa” que defender, un “tenemos que defendernos” perpetuo, y generalmente injustificado, que, a disgusto con la propia soledad, les lleva a embarcar a todos los que les rodean en sus batallas. Porque, para estas personas, o estamos con ellas, o estamos contra ellas. No existe posibilidad de término medio.

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¿Aislamiento emocional?

16.Aislamiento.png¿Las personas que viven solas son menos felices? ¿Viven menos tiempo? O por el contrario, como defiende Bella DePaulo, las personas solteras no sólo poseen redes sociales mayores y más variadas que las casadas sino que además, al ser más introspectivas (cuando uno no tiene con quien hablar acaba haciéndolo con uno mismo)  y más capaces de dedicarse más tiempo a sí mismas, al final resultan mucho más resilientes en cuanto a experimentar emociones negativas y lograr superarlas? No sabría qué decir, ni hacia donde decantarme, aunque lo que sí me atrevería casi a asegurar es que las personas que viven solas tienden más a establecerse en estados emocionales tan duraderos, que cuando vienen a darse cuenta forman ya parte de su personalidad y por tanto volver atrás, les resulta casi imposible. Sigue leyendo

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Soledad

43.Soledad.pngResulta evidente que la soledad tiene mala prensa en una sociedad basada en la interrelación como forma de mantener el sistema. Todo parece estar pensado y diseñado para la vida en común, por lo que optar por la soledad es como nadar contra corriente. Quizás porque resulta más fácil el control social cuando los vínculos que mantenemos con los demás nos obligan a aceptar determinadas renuncias por temor a que las cosas, en caso de no tomar el camino señalado, puedan ponerse todavía más difíciles. Desde el preciso instante en que traspasamos la pubertad, todas las preguntas suelen versar sobre si ya mantienes una relación con alguien. Y según van pasando los años, éstas van haciéndose cada vez más inquiridoras. Sigue leyendo

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