Archivo de la etiqueta: sorpresa

Significado de “Amor”

Comentábamos un par de entradas atrás sobre los significados de la emoción de la sorpresa en función de las distintas culturas. Hoy vamos a hacer algo similar, pero con la emoción del amor, pero no sólo lo vamos hacer de forma intercultural, sino que también vamos a considerar las distintas formas de entenderla en una misma cultura.

Está claro que la localización geográfica (y todo lo que ello comporta, clima, usos y costumbres, normas sociales, religión, etc.), determina en gran medida la manera como tenemos de entender lo que sentimos.

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The Moral Psychology of Anger

Tendemos a considerar que las siguientes emociones son, sino la misma, tan próximas, que se suelen confundir o nos cuesta bastante diferenciarlas. Sin embargo, la rabia, el ultraje, el odio, la furia, la indignación, la irritación, la frustración, el resentimiento, la irritabilidad, la impaciencia, la envidia, los celos y la venganza poseen características propias que las hacen diferentes, teniendo únicamente en común que todas parten de la emoción de la ira. Quizás, la razón de esta confusión resida en que actualmente el concepto ira no posee el mismo significado que tenía para nuestros antepasados. Hoy día le aplicamos la etiqueta” ira a cualquier mínima frustración que nos altera emocionalmente y que nos saca de esa especie de homeostasis en la que generalmente creemos estar anclados.

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Definiendo la sorpresa

La emoción de la sorpresa es, quizás, una de las que más posibles distintos significados tiene. Cuando hablamos de la no solamente no siempre nos referimos a ella desde el punto de vista de aquello que acontece improvisadamente. A pesar de que la sorpresa suele comportar una alteración del habitual equilibrio, éste casi nunca se parece al resto. El cambio de homeostasis puede producirse por tantos motivos distintos, que resulta harto difícil definir una emoción que la única regla que admite es que suele acontecer sin avisar. Y, a veces, incluso también ésta se acaba saltando.

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Desbordado

20.Desbordado.pngMiguel se sentía satisfecho. A sus 58 años tenía los hijos ya criados, trabajaban y vivían por su cuenta, una buena relación con su mujer y un trabajo estable, qué, por si fuese poco, además apenas si le requería un gran esfuerzo. Todo parecía fluir sosegadamente hasta que por fin le llegase el momento de jubilarse, de poder cambiar el foco que había definido su vida los últimos 40 años y poder hacer todo aquello que uno piensa hará cuando las obligaciones dejen de estar presentes. Pero la vida, como ocurre con los ríos secos, siempre depara sorpresas, y lo que un día es un pedregal tranquilo, de repente y sin avisar, pasa a convertirse en caudal desbordado de aguas revueltas. Sigue leyendo

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Invisibilidad impostada

44.Invisibilidad.pngLa típica reunió social o simplemente la casualidad que comporta un pasado común suelen ser los escenarios habituales. De repente, como un fogonazo, descubres que entre la multitud de caras mayoritariamente desconocidas, has reconocido el rostro de alguien que una vez estuvo cerca de ti, pero que en la actualidad, por motivos “x”, la distancia y quizás el recuerdo es lo único compartido. El reconocimiento es mutuo. Sabes que te ha visto. Sabes que sabe que la has visto. Un único instante, pero muchísimo más largo de lo que ambas partes posiblemente desearían, en el que las miradas se cruzan y el reconocimiento transcurre desde la sorpresa que produce recordar lo que casi habías logrado olvidar, al miedo que a priori puede implicar este nuevo reencuentro. Y no es que en realidad represente un peligro. Sabemos que no se va a producir la tan temida como incomoda escena donde la cordialidad, con su musicalidad, pugna por esconder la presencia de infinitos reproches a duras penas contenidos. Nadie desea rebajarse tanto. Pero a pesar de ello, ambas partes preferirían no estar donde están y pagarían por tener la opción de poder desaparecer. Sigue leyendo

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Envejecimiento

13.VejezHace unos meses ya que asistí a una de esas reuniones de ex alumnos que se realizan para celebrar que ha pasado un número de años significativo. En este caso eran 40 desde la inauguración del centro. A pesar de que soy poco dado a este tipo de reuniones, saber que era una buena oportunidad para reencontrarme con algunos profesores y compañeros que no había visto desde hacía 30 años he de reconocer que, así a priori, me hacía cierta ilusión. De todas maneras mis expectativas eran bajas. No esperaba y mucho menos deseaba que se produjese un pliegue espacio temporal y que de repente todo fuese como quizás alguna vez fue. Tampoco esperaba encuentros que pudiesen significar un nuevo retomar de relaciones perdidas. Lo que terminó, terminado queda. Sencillamente sentía curiosidad. Me apetecía ver los cambios que se habían producido tras el paso del tiempo y poco más. Sigue leyendo

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Idealizando el pasado

05.IdealizarPasado.pngCuando Jorge Manrique escribió aquello de “cualquiera tiempo pasado fue mejor”, sabía muy bien a qué se refería. La vida son dos suspiros e infinitas emociones que se confunden entre ambos. Y lo más gracioso es que nos pasamos el tiempo en que estos duran pensando en el suspiro anterior, anhelando aquel momento en que sin saber por qué razón suspiramos. Posiblemente, el momento que determina el paso de la juventud a la madurez, es aquel en que dejamos de exprimir el ahora, de ansiar el mañana, para codiciar el ayer. Sigue leyendo

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Admiración

44.AdmiracionAunque existen estudios que enmarcan la emoción de la admiración como una emoción con campo semántico propio, y por tanto podría considerarse como primaria, yo la veo compuesta de otras emociones como por ejemplo la sorpresa. La admiración necesita de la sorpresa para centrar nuestra atención en aquello diferencial, aquello fuera de lo común que nos atrae. Sin embargo la admiración es algo más que sorpresa. No basta con atraernos hacia lo nuevo, sino que es necesario también que seamos capaces de aceptar la belleza que posee dicha novedad. Sigue leyendo

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Confusión

40.Confusion.pngLa confusión acontece cuando nuestras expectativas no se cumplen. Cuando estamos convencidos de que determinado evento va a tener lugar y sin embargo no sucede. Como ir tranquilamente caminando y de pronto al poner el pie en el suelo que este desapareciese. La confusión sería similar a la caída que experimentaríamos.

Tenhouten explica la emoción de la confusión a partir de la suma de anticipación y sorpresa. La anticipación quedaría explicada en relación a nuestras expectativas. Realizamos una previsión del mundo que nos rodea en base a nuestras experiencias previas, aspectos culturales, estructura cognitiva, etc., y a partir de ésta establecemos un patrón de conductas con el objetivo de responder adecuadamente a cada situación.

La sorpresa sobreviene cuando nuestras expectativas no acaban cumpliéndose y nos encontramos que no tenemos una respuesta que dar, siendo la función de la confusión que nos detengamos nuevamente a examinar el entorno en el que nos movemos para poder establecer una nueva composición que reformule y ponga al día nuestras expectativas previas. Por tanto su objetivo es ayudarnos automatizar nuestras respuestas a partir de establecer casuísticas concretas, facilitando así la manera que tenemos de relacionarnos con lo que nos rodea.

La importancia de la confusión es a la vez su disfunción. Cierto que al establecer patrones, regularidades, nos es más fácil enfrentarnos a los distintos escenarios y prestar atención sólo a aquello que por el motivo que sea cambie. Pero al mismo tiempo nos hace caer en la suposición de que siempre serán las cosas como nosotros creemos. Que no habrá cambios y que en consecuencia podremos seguir despreocupándonos continuamente de todo aquello que damos por establecido, por seguro. La suposición nos deja indefensos ante acontecimientos novedosos o inesperados, convirtiendo así a la confusión en un factor de riesgo en relación a nuestra propia seguridad.

La confusión nos detiene. Echa el freno a nuestros pensamientos, bloqueados a no poder echar mano de la respuesta previamente establecida y generalmente utilizada. La confusión, como ocurre con la emoción primaria que la compone, la sorpresa, es un preámbulo al miedo. Será por tanto su duración un primer factor de disfuncionalidad. Si la confusión acaba instalándose en nosotros nos incapacita al minar la confianza que tendremos en poder salir airosos del escenario novedoso. Y con ella, también acaba cayendo nuestra autoestima, es decir, nuestra capacidad de anticipar de manera exitosa las distintas situaciones. El segundo factor no será otro que la repetición. Todos tenemos durante nuestra existencia momentos de confusión. Son necesarios para ayudarnos a avanzar. Pero si nos instalamos en un caos, en la confusión continua, entonces aparece de manera extremadamente intensa la perplejidad, el desasosiego, la turbación del ánimo, y tras ellas la patología. La disminución de la capacidad consciente que implica la confusión se acaba haciendo tan extrema que perdemos cualquier viso de automatismo y la capacidad de podernos dirigir, de poder controlar, nuestro yo. Quizás por ello es a las personas excesivamente dogmáticas a las que más les puede afectar. No tener la capacidad de apertura de mente, estar abierto a posibles cambios, es con toda seguridad el primer y último paso hacia la posibilidad de poder superar las dificultades que se nos presenten en nuestro complicado y  cada vez más cambiante día a día.

 

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Indignación

32.IndignacioinSi buscamos en el diccionario de la RAE, el significado de “indignación”, encontraremos lo siguiente: “Enojo, ira o enfado vehemente contra una persona o contra sus actos”. Sin embargo, la indignación, aunque en muchas ocasiones pude acabar desembocando en ira y del hecho de que más o menos habitualmente solemos utilizar ambos términos indistintamente, no es equivalente a la ira, sino que como bien dicen Tenhouten y Plutchik, es una emoción, aunque cercana, bastante diferente a la de la ira. Baste indicar las emociones que según ambos autores la componen: ira y sorpresa. De la ira, poco más añadiremos. Sigue leyendo

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