Mirada emocional

Creemos que los demás ven a los otros de la misma manera que lo hacemos nosotros. Estamos convencidos de ello. Quizás por ello cometamos tantísimos errores de apreciación, pero, sobre todo, de confianza. Olvidamos el poder de las emociones en cuanto a cómo vemos las cosas. Somos incapaces de entender que nadie más podrá ver a una determinada persona como lo hacemos nosotros si la amamos. El amor es un filtro perturbador que aniquila cualquier atisbo de objetividad y verdad en la realidad. Por eso no logramos entender que haya personas que no vean en esa persona amada lo que vemos nosotros. Olvidamos que las emociones que enfocan su mirada no son las mismas que lo hacen con la nuestra.

Cuando alguien no nos gusta nos agrupamos con todos aquellos que sienten lo mismo que nosotros hacia esa misma persona. Resulta más fácil compartir y aceptar una información si esta es la que queremos escuchar que si va en contra de lo que esperamos o deseamos. Coincidir con los demás nos ofrece seguridad, hace más fácil desdeñar, despreciar o incluso odiar al otro. Y no es que todos sintamos el mismo tipo de disgusto. No. Lo que pasa es que a pesar de ser disgustos diferentes, con sus matices más o menos pronunciados, es que, al final, resulta más fácil encontrar motivos en los que coincidir si en lugar de disgusto lo que predomina es amor. Y es que con el amor no siempre pasa igual que con emociones que producen displacer o malestar. El amor es una emoción mucho más individual, más propia de cada uno, que el odio (y el resto de emociones que lo rodean y que tantos matices comparten). Todos odiamos, desdeñamos o despreciamos de manera similar. En cambio con el amor, si excluimos su componente pasional, no hay dos enamoramientos iguales aunque, por los efectos secundarios que se producen cuando estamos bajo su influjo, pueda parecer lo contrario. De ahí que nos sorprenda tanto que no haya coincidencia, que los demás no vean a nuestras personas amadas como lo hacemos nosotros. Sobre todo si comparamos con las “odiadas” o que nos disgusta más o menos intensamente. Nos cuesta entender que alguien vea fortaleza en alguien en que nosotros únicamente percibimos obcecación y cerrilidad. Nos desconcierta que allí donde nosotros vemos bondad otros vean mezquindad. Esta es la fuerza de las emociones: su capacidad para convertir lo bello en monstruoso, y lo horrendo en beldad. No podemos comprender que alguien vea a nuestra madre, por poner un ejemplo, como una mala persona. Nuestra madre es la mejor. ¿Cómo los demás no pueden verlo?

Todos hemos vivido situaciones donde dos personas a las que amamos profundamente no se soportan (por no decir que se tienen tal inquina, que si pudieran se harían desaparecer mutuamente). ¿Cómo puede ser? Pues porque nosotros solamente vemos lo que el amor nos deja ver y, en cambio, ellas al no profesarse amor, ven todo lo demás, todo aquello que el enamoramiento esconde y que solamente sale a la luz cuando este pasa y deja entrar de nuevo la luz en nuestros ojos. Y no hay mucho que hacer al respecto, excepto aceptar e intentar evitar hablar de cada una de ellas con la contraria. De hacerlo aparecen al instante los problemas. Por eso resulta más fácil compartir el odio que el amor. Mientras que el odio agrupa, el amor separa e individualiza. Lo cual, seguramente tiene una explicación a nivel adaptación y supervivencia (principal función de las emociones), pero, sinceramente, ahora mismo no sabría decir cuál es.

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Un pensamiento en “Mirada emocional

  1. El amor es el lenguaje que cada corazón habla y la respuesta que cada quien busca
    El amor es la fuerza más grande de la naturaleza,la enfermedad que cura muchos males
    La carencia de amor está creciendo y es preocupante como aprendemos y nos contagiamos de odio y de envidia
    El amor nos cambia y nos hace mejores personas. Sin embargo, cuando se va no hay forma de atraparlo. El amor es un no se que que entrando se por donde y se va no se porque?

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