Amor Fati

El amor fati es una forma de amor, en concreto aquella que sentimos hacia el destino, hacia lo que nos depara la vida, sea esto bueno o malo. En cierto modo, el amor fati es una forma de aceptación positiva hacia aquello que nos sucede y sobre lo que no poseemos capacidad de control alguna. Es un decirnos a nosotros mismos: “¿de qué sirve enfadarse o preocuparse por aquello que acontecerá, si realmente no podemos hacer nada al respecto?

El destino lo podemos aceptar de muchas maneras: desde la ira, pasando por la resignación, hasta llegar a la negación (que es lo que me da la sensación acabamos haciendo la mayoría). Bueno, no es que neguemos lo que nos sucede, lo que acabamos haciendo es dejar de mirar. Lo cual es, en cierto modo, una respuesta (bajo mi punto de vista) inteligente frente a aquellas posibles adversidades que no podemos cambiar ni mitigar. Lo contrario sería como caminar sin la seguridad (aunque sea falsa) de que el camino que seguimos no nos conduce a un destino. No tendría sentido. Sin motivación no hay movimiento (o este acaba convirtiéndose, o bien en una tortura, o bien en un mecanismo rutinario y aburrido). Porque los seres humanos, a diferencia del resto de los seres vivos, tenemos un objetivo vital que va más allá de la supervivencia y la reproducción, sin el cual, la vida se nos complica haciéndose completamente insufrible. De ahí que seamos capaces de sobreponernos tanto al sufrimiento como al placer (ambos igual de perniciosos si los llevamos al extremo).

Todo ello explica la razón por la que el amor fati está más cercano a la aceptación “alegre” que a la resignación (tristeza), aunque sin despegarse demasiado de ésta última. Y esto es así, porque podemos resignarnos desde la tristeza, o hacerlo desde la aceptación de que la vida, por muchas circularidad que creemos que tiene, es eso mismo, vida, es decir, incertidumbre. El problema es que, a la mayoría de nosotros, no nos gusta demasiado eso de la incertidumbre. Aunque todos tengamos una certeza, la de que vamos a morir, que nos determina, haciéndonos finitos. Es la muerte quizás el mejor ejemplo que podemos utilizar para explicar el significado de amor fati. Todos sabemos cuál será nuestro final. Que, hagamos lo que hagamos, finalmente, la parca tiene una cita con cada uno de nosotros a la cual, se puede llegar con cierto retraso, pero que finalmente acabará por acontecer. Por el contrario, lo que no sabemos es el momento exacto, lo cual nos lleva a convencernos, aunque no lo podamos demostrar, de la existencia del libre albedrío. Es quizás la libertad, el hecho de habernos convencido de que somos libres para decidir nuestro destino, lo que dota de significado al amor fati. ¿Cómo seríamos capaces si no de aceptar las desgracias si sabemos que éstas están previamente determinadas? Porque una cosa es aceptar lo que el destino tenga a bien a depararnos, y otra muy distinta aceptar lo que sabemos será definitivo y sobre lo cual no tenemos posibilidad de cambio. Y aunque soy consciente de que en esto último quizás Nietszche no estaría del todo de acuerdo, estoy convencido de que, al final, esa misma incertidumbre que tanto nos amarga la vida, que tanto desasosiego nos procura, es la misma que hace posible, al no saber ni el cuándo ni el cómo llegaremos al final del camino, de que exista esa chispa, ese cosquilleo, que hace que la vida nos resulte tan excitante a pesar de conocer cómo acabará todo. Porque me da la sensación de que es la incertidumbre, nos guste o no, la zanahoria que nos empuja a continuar caminando a pesar de saber que, por mucho que intentemos cambiar de camino, que todos acabaremos reposando en la misma fonda.

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Un pensamiento en “Amor Fati

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    Solo que hay que vivir el presente con lo que se tiene. Al final del juego tanto el rey como el peón van a la misma caja

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