Archivo de la etiqueta: memoria

“Resentisadisfacción”

La mezcla de emociones produce otras emociones. Algunas las hemos incorporado a nuestro vocabulario y por tanto les hemos otorgado existencia. Otras, por el contrario, aun estar latiendo a nuestro alrededor, siguen escondidas entre las infinitas letras que componen nuestro abecedario. Lo que no podemos nombrar, en cierto modo no existe. Esto es lo que sucede con determinadas emociones. Las sentimos, pero no sabemos nombrarlas o, por el contrario, lo hacemos con denominaciones poco precisas, lo cual, no hace más que acabar de enredar todavía más las cosas.

Sigue leyendo

Etiquetado , , , , , , ,

Síndrome de Calimero

Cuando era pequeño había unos dibujos animados que daban en la tele donde el personaje, un tal Calimero, era un pollito negro a medio salir del cascarón, de hecho, parte de este lo llevaba de sombrero, de ojos grandes y tristones. Recuerdo que eran unos dibujos que no acaban de gustarme. No sé bien la razón, aunque posiblemente se debiese a que pasaban pocas cosas y la mayoría de estas no eran alegres. O quizás, porque el personaje siempre se estaba quejando de su mala suerte y todo parecía salirle mal. Aunque seguramente no era así y, como personaje principal que era, al final las cosas le acabasen yendo estupendamente. Mi memoria es bastante difusa y no he vuelto a ver ningún episodio desde entonces, pero quiero pensar que, por muy políticamente que fuesen por aquel entonces los dibujos animados (qué, comparados con hoy, lo era y bastante), no acabo de creerme del todo que sus creadores pensasen que, en principio, un “héroe” tristón y perdedor podría consolidarse como referente de la chiquillería (aunque teniendo en cuenta del éxito del correcaminos…). Pero lo cierto es que, seguramente sin proponérselo, ha acabado siendo el espejo de toda una (o varias) generación.

Sigue leyendo

Etiquetado , , , , , , ,

Automatismos…

Que determinados automatismos, rutinas, son para la mayoría de nosotros una bendición, no tengo dudas. Como tampoco que en ocasiones acaban siendo un pequeño gran “dolor de muelas”, a partir de cierta edad o en determinadas formas de ser, tampoco. Un ejemplo de ello es todas esas “perdidas” que, de tanto en tanto, a muchos de nosotros nos sobrevienen. Y pongo entrecomillado el verbo perder porque, en realidad, más que de pérdida, debería hablar de olvido. Esta semana, por ejemplo, estaba en el gimnasio y, de pronto, escucho como uno de los usuarios habituales, de esos que uno, de tanto coincidir día tras día, ha terminado por establecer ciertos vínculos de familiaridad, exclama un “¡así que estabais aquí!” mientras me muestra con alborozo un manojo de llaves. “Llevaba varios días buscándolas”, me dice con alegría. “Sabía que no las había podido perder, pero no dónde las había puesto”.

Sigue leyendo

Etiquetado , , , , , , ,

La nostalgia “política”

Todo, absolutamente todo, si lo simplificamos hasta lo absurdo y desde un punto de vista subjetivo, puede ser clasificado en dos únicas categorías: lo bueno y lo malo. Ahora bien, ¿qué es lo bueno y qué es lo malo? Aquí es donde entraría en juego lo arbitrario, es decir, el punto de vista de cada uno de nosotros (en el presente caso será el mío el que suceda). Y digo todo esto porque a partir de ahora me voy a atrever a diferenciar dos tipos de nostalgias, la “buena” y la “mala”, intentando eso sí, argumentar las razones que me llevan a situar a cada una en tamaña categoría.

Sigue leyendo

Etiquetado , , , , , ,

Nostalgia cáustica

Generalmente, cuando hablamos o pensamos sobre la nostalgia solemos hacerlo como un tipo concreto de tristeza donde también está presente cierta dosis de bienestar (que puede ir desde lo simplemente agradable hasta el placer mismo). Es la incorporación del gradiente bienestar/placer lo que determina que no exista un tipo de nostalgia único y diferenciado, es decir, que existan diferentes “nostalgias”, todas ellas preparadas para “actuar” en función del recuerdo al que van asociadas. Por ejemplo, tenemos la nostalgia “dichosa”, esa en la que aquello que recordamos nos produce mucho bienestar, incluso podríamos decir que cierta alegría o placer. También está la nostalgia añorante, más cercana a la tristeza, donde a pesar de que todavía los recuerdos que la provocan nos producen cierta agradabilidad, el hecho de que seamos plenamente conscientes de la imposibilidad de poder volver a recuperar aquello perdido en el pasado, de volver a hacerlo presente, hace que ésta acabe teniendo un sabor ciertamente agridulce. Y así podríamos seguir…, sin embargo, mi intención es aprovechar esta entrada para hablar de un tipo de nostalgia ciertamente particular y peculiar que he decidido denominar nostalgia cáustica o corrosiva.

Sigue leyendo

Etiquetado , , , , , , ,

Memoria emocional

Desde siempre se nos ha dicho que construimos nuestra memoria a partir del impacto que tienen sobre nosotros las distintas vivencias que experimentamos en nuestra vida. Aquellas que representan un mayor impacto emocional, en principio, perduran durante más tiempo en forma de recuerdos. Las que menos, simplemente desaparecen o no son registradas.

A partir de lo anterior, se infiere que nacemos sin memoria, que la ésta es algo que se construye a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, de un tiempo a esta parte cada vez se habla más de la “memoria genética” que, por lo visto, es una memoria que vamos construyendo integeracionalmente a partir de experiencias comunes de nuestra especie, la cual se va incorporando en nuestro genoma transmitiéndose por lo tanto a nuestra descendencia. La memoria genética es, en consecuencia, una memoria que no surge de una experiencia sensorial propia, sino que lo hace de aquellas experiencias vividas como especie y que consolidarla puede representar una ventaja adaptativa o, lo que es lo mismo, mayores posibilidades de supervivencia.   

Sigue leyendo

Etiquetado , , , , , ,

Prestando atención…

Tendemos a creer que aquellas emociones “aparentemente” más intensas se imponen a aquellas otras que, “aparentemente”, lo son menos. Estamos convencidos de que la ira o el miedo son emociones que pueden con todas las demás. Cuando la ira nos embarga todo lo demás desaparece. Cuando el miedo nos sobrecoge, lo demás pasa a un segundo plano, quedándose únicamente frente a nosotros aquello que lo produce. Sin embargo, las cosas no son realmente así. Cierto que aquellas emociones que poseen una valencia (intensidad) mayor (sea esta positiva o negativa, es decir, con independencia de que los efectos que nos generen sean placenteros o, todo lo contrario), tienden a sobresalir del resto, pero, probablemente, la razón no sea otra que el impacto que producen en nuestros recuerdos. Por motivos de evolución y supervivencia, tendemos a recordar más vivamente aquello que más nos afecta y, sobre todo, si dicha afectación nos produce sufrimiento. A mayor sufrimiento, más profundamente queda registrado el recuerdo, para así, intentar evitar que nos pueda suceder algo similar una próxima vez.

Sigue leyendo

Etiquetado , , , , , , ,

La sensación de lo que ocurre

Sin poseer un mínimo de plena conciencia en nosotros mismos resulta imposible conocer nuestras propias emociones. Las emociones son “impactos” que golpean contra nuestro ser, sobre aquello de nosotros que nos configura y determina, produciendo los cambios. Sin una base previa en la que poder producir cambios resulta imposible interpretar los efectos que producen dichos cambios. Es el sentimiento que una emoción nos genera, su efecto en nuestro organismo, lo que hace posible experimentarla, y es a partir de dicha experimentación que la podemos interpretar y a partir de aquí “reconfigurarnos”.

Sé que lo anterior suena raro. Lo simplificaré: somos lo que sentimos. Pero, para poder sentir, tenemos que tener la capacidad de poderlo hacer, y cada ser vivó tiene su manera de sentir lo cual lo determina y, en consecuencia, lo diferencia del resto. Y no hablo solamente de especies, también ocurre en “intraespecies”, haciendo que los todo ser vivo, por el simple hecho de existir y sentir sea diferente e irrepetible al resto. 

Sigue leyendo

Etiquetado , , , , , ,

Your Brain is a Time Machine

22.Your Brain is a Time Machine.jpgA día de hoy, la única manera que tenemos los seres humanos de viajar en el tiempo es mediante nuestras emociones. Son éstas las encargadas de activar determinados “inputs” en nuestra memoria con el objeto de recuperar aquellos recuerdos que una vez fueron presente y que hoy no son más que pasado. Son las emociones, su intensidad, las que configurar la potencia de nuestros recuerdos y en consecuencia, el único camino que tenemos para volver a determinados momentos de nuestra existencia e incluso recrearnos en ellos como si nuevamente volviesen a ser actualidad rabiosa, cuando en verdad hace mucho que tuvieron lugar. Basta con leer la manera en como Proust nos habla de como una simple magdalena puede retrotraerlo a una época de su vida que hasta ese momento tenía olvidada. Y no es que la magdalena en sí resultase de una importancia vital. Simplemente estuvo conectada con un momento concreto de su existencia que lo conformó como persona y sin el cual, posiblemente, no hubiese sido (no hubiésemos sido) lo que finalmente fue. Sigue leyendo

Etiquetado , , , , , ,

Recuerdos…

43.RecuerdosDebo de reconocer que me intriga bastante el motivo por el cual, determinados recuerdos nos sobrevienen en momentos concretos y de manera inesperada. Estás caminado por la calle y de repente “plaf” un antiguo recuerdo nos invade ocupando nuestro pensamiento consciente. O estás dormido y sin venir a cuento un sueño decide mantenerse fresco en el momento de despertarnos acompañándonos el resto del día. Generalmente son recuerdos de momentos de vida, a veces conscientemente poco importantes, que sin saber muy bien porqué, de repente irrumpen en nuestra conciencia, en nuestro a veces tan poco vivido presente, desalojando cualquier otro pensamiento que hasta entonces ocupase nuestra mente. Sigue leyendo

Etiquetado , , , , , , ,