El asco es una emoción primaria, de las importantes, la cual, quizás debido a su carácter altamente sensorial (está relacionada de una manera u otra con cada uno de los cinco sentidos), ha acabado convertida en una emoción social. A pesar de no tener mucho que ver con el orgullo, la culpa o la vergüenza, el asco ha asumido funciones de regulador social, determinando en muchas más ocasiones de las que nos gustaría aceptar la manera que tenemos de relacionarnos con los demás.