El objetivo del sentido interoceptivo es el de informarnos en cada momento de cómo se siente nuestro cuerpo, es decir, nos pone al tanto del grado de bienestar o de malestar que tenemos de cara a poder cambiar, por ejemplo, una determinada postura o dejar de hacer una acción, y prevenir así posibles daños físicos. De todas maneras, el sentido interoceptivo no funciona igual durante toda nuestra vida. Cuando somos jóvenes, y todo va como debe, su papel es relativamente residual. Apenas tiene que trabajar. Todo está tan “lubricado” que incluso manteniendo posturas raras y realizando conductas que maltratan a nuestro cuerpo, la cosa va tan bien que llegamos a creernos que somos como uno de esos superhéroes de la Marvel. No importa desde dónde se caen y los golpes que reciben. Simplemente se levantan y a por más.