¿Tiene la suerte alguna relación con nuestras emociones? Si buscamos una respuesta des del punto de vista “racional”, es decir, desde el punto de vista de la ciencia más ortodoxa, rápidamente responderíamos que “no”. Sin embargo, si nos lo paramos a pensar durante un instante pronto nos daremos cuenta de que la respuesta no resulta tan obvia como a primera vista podría parecer.
En primer lugar, solemos caer en la trampa de creer que la suerte viene determinada por el azar. De hecho, sería esto mismo, el azar, lo que nos llevaría a responder a la pregunta con la que empezábamos esta entrada negativamente, aunque eso sí, así lo único que lograríamos es volver a enfocar el tema de manera precipitada. Sabemos que suerte y azar mantienen una relación muy especial, tanto, que acabamos olvidándonos que el azar es algo extremadamente variable y condicionado. En realidad, basta con que empujemos en la dirección correcta para que el azar sea uno u otro. Me explico. Difícilmente nos podrá tocar la lotería si no jugamos. Resultará también bastante complicado poder conocer a personas nuevas sin salir de casa. O leer un libro sin abrirlo. Dicho de otra manera, la suerte se busca, o quizás sería más preciso decir que la suerte se trabaja. Pero, ¿cómo “trabajamos” la suerte? Simple: creyendo en que podemos lograr aquello que deseamos. De igual modo que no podremos leer un libro sin antes abrirlo, tampoco conseguiremos alcanzar un objetivo sin ponernos manos a la obra y lanzarnos hacía él. Y es aquí donde las emociones acaban participando activamente.
Sigue leyendo →