Guía práctica para controlar tu ira

McKay, M. & Rogers, P. Controlar tu iraLa adicción a la emoción de la ira por parte de algunas personas posiblemente se deba al hecho de que ésta es fundamentalmente una respuesta aprendida desde la infancia para hacerle frente al dolor. Pero a diferencia de lo que ocurre con los opiáceos, en la ira apenas si se da el placer. Quizás un poco al principio, temporalmente mientras nos ayuda a superar el sentimiento de indefensión, de frustración al no hacerse reales nuestras expectativas y la falta de control sobre lo que nos acontece. Muchos echamos mano de la ira para olvidarnos durante un breve periodo de tiempo de todo aquello que no acontece como desearíamos, para defendernos de ataques reales y supuestos, pero sobre todo para alejar de nosotros a todos aquellos que nos aman. Si hay una emoción contraria al amor, esa es la ira. La ira transforma el amor en miedo, el altruismo en esclavitud y el orgullo en arrogancia. E imagina como sería vivir en una sociedad donde solamente hubiese miedo, esclavitud y arrogancia…

Generalmente la ira es mucho más rápida que nosotros, entendiendo ese “nosotros” como nuestra parte consciente. A pesar de que nos podemos enfadar a voluntad. En ese sentido nunca tenemos capacidad de decisión. Cuando la ira se apodera de nuestros pensamientos y toma el control de nuestros pensamientos, todo ocurre en un instante fatal que acaba comportando innumerables problemas sociales y de relación. Por esa razón, en el preciso momento en que notamos que la ira nos embarga, lo primero y más importante es detenernos. No hacer nada ni decir nada. Cuando las olas te golpean lo mejor es dejarte llevar. Igual tenemos que hacer con la ira. Evitar actuar bajo su influencia. Y para conseguirlo, lo mejor es no actuar. Esperar a que la ola pase, a que su intensidad baje y entonces poder recuperar el control de nuestras emociones y de nuestros actos. Y es que en realidad, la ira no es más que una emoción, que independientemente de su intensidad, podemos sentirla si la necesidad de expresarla mediante un comportamiento.

Otra buena manera de cambiar el sentimiento doloroso que provoca la aparición de la ira es actuar como si sintiésemos lo contrario. Aunque nos sea difícil debemos de intentar sonreír en vez de fruncir el ceño. Está demostrado que si conseguimos dibujar una sonrisa la ira desaparece. En vez de gritar o subir el tono de voz cuando nos enfademos, es más efectivo para esquivar a la ira hablar con suavidad, utilizar un tono de voz más bajo y suave de lo normal. La clave está en conseguir relajarnos. Dejar caer los brazos, inspirar y regular el ritmo de nuestra respiración enlenteciéndolo. Si no respondemos con un ataque, nos será mucho más fácil evitar que la ola de la ira se convierta en un tsunami que no podamos controlar y que después deje tras de sí “los restos del naufragio”.

Pero sobre todo recuerda: Dolor más pensamientos desencadenantes igual a ira. Y es que no suele ser aquello que realmente ocurre lo que nos lleva a la ira, sino a las conclusiones que extraemos y a las suposiciones que hacemos. Son lo que pensamos lo que alimenta nuestra ira. Por tanto, si conseguimos detener y evitar ciertos pensamientos, seguramente, nos será mucho más sencillo darle esquinazo a la ira disfuncional.

McKay, M. & Rogers, P. Guía práctica para controlar tu ira. Editorial Paidós. 2010

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Un pensamiento en “Guía práctica para controlar tu ira

  1. Pulpo dice:

    Estoy buscando este libro, pero está descatalogado en todas partes. Ni en librerías de viejo, ni en bibliotecas. ¿Cómo se puede conseguir?

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