Cableado Emocional

51.CableadoLos seres humanos construimos teorías a partir de los conocimientos que tenemos en cada momento. Inocentemente establecemos analogías a partir de aquello que conocemos. Diseñamos modelos explicativos según la moda del momento, y aunque a primera vista, pudiera parecer que de esta manera hemos avanzado mucho tecnológicamente, en realidad resulta imposible poder cuantificarlo al no saber en qué modo dichas teorías representacionales de la realidad han acabado desviándonos de la verdadera explicación.

La teoría computacional de la mente, aunque nace en 1961 de la mano de Hilary Putnam se hace masiva allá por los años 80 del siglo pasado gracias a la proliferación de los ordenadores en nuestra vida cotidiana. Visto con la perspectiva actual, he de reconocer lo atractivo que podía resultar comparar el cerebro humano con un computador. De hecho, si nos paramos a observar un poco, a pesar de que haya quedado meridianamente demostrada su invalidez cómo teoría, continua haciéndose. Sin embargo, nuestro cerebro poco tiene que ver con el funcionamiento de un ordenador, y si posee alguna similitud, ésta se debe más producto de haber imitado el cerebro humano a la hora de construir un computador que a lo contrario.

Durante mucho tiempo hemos confundido capacidad de cálculo con inteligencia. De hecho, después del triunfo de Deep Blue sobre Gary Kaspárov, quien en aquel momento era el campeón del mundo de ajedrez, dicha confusión llevó a pensar a muchos que un cerebro de silicio no tardaría en superar a un cerebro humano. De aquello han pasado ya más de 21 años y cada vez se tiene más claro que queda todavía muchísimo hasta que un ordenador pueda igualar la capacidad de un cerebro humano. Cierto que hoy día los computadores permiten una capacidad de cálculo a la que los seres humanos no podemos ni tan siquiera acercarnos mínimamente, pero dicha capacidad no es más que eso: velocidad de cálculo, no inteligencia.

Hoy día sabemos que la importancia de nuestro cerebro no está en su capacidad craneal, que el tamaño de nuestro cerebro, no implica ser más o menos inteligente: las mujeres poseen un cerebro más pequeño que el de los hombres y son igual de inteligentes. Sabemos que lo que determina si una persona es más o menos inteligente son sus conexiones neuronales, o lo que es lo mismo la manera como se ha configurado su cableado neuronal. ¿Y eso cómo ha sucedido?, os estaréis preguntado… pues sencillamente mediante las experiencias, mediante los procesos de ensayo-error, que la vida nos proporciona. Es la manera de mirar el mundo, de interactuar con nuestro entorno, la manera como sentimos, como respondemos emocionalmente a cada una de las interacciones que hacemos,  y no otra cosa, lo que configura nuestro cableado neuronal y por consiguiente lo que nos permite adaptarnos a lo que nos rodea. De la misma manera que el lenguaje de programación determina aquello que podremos hacer con un ordenador, nuestro lenguaje, la calidad de éste, nos permitirá ser más o menos inteligente. Ya hablamos en una entrada anterior en relación a que, aquello que no podemos nombrar no existe para nosotros. Por tanto, será mediante el lenguaje, mediante la traslación de lo que sentimos al interactuar con nuestro medio, cómo se irá estableciendo nuestro cableado neuronal, estableciéndose unas determinadas conexiones neuronales y no otras, las cuales, finalmente serán las responsables de que seamos más o menos inteligentes, o lo que viene a ser lo mismo: que seamos más o menos capaces de cambiar nuestro entorno.

Etiquetado , , ,

Deja un comentario