Potenciar Emociones Positivas

13.Maganto, C - Cómo potenciar las emociones positivasReconozco que de este libro lo primero que me atrajo fue el título. Acostumbrado a encontrarme libros donde impera el hecho de pugnar por evitar y eliminar las emociones negativas, leer uno que habla de afrontarlas, sinceramente me gustó. No me repetiré hablando sobre la función fundamental de las emociones. Creo haber hablado en diversos temas sobre su importancia en cuanto a nuestra sobrevivencia. Poco queda por decir por tanto. Pero sí que antes de seguir, me gustaría detenerme aunque sólo sea un instante en volver a destacar la razón  por la cual el número de emociones negativas es casi el triple que el de las positivas. La razón es más sencilla de lo que a priori pudiera parecer: como estamos hablando de sobrevivir, será siempre más importante para conseguirlo que prestemos más atención a aquellas emociones que puedan representarnos un peligro, que aquellas otras que por el contrario nos producen bienestar. Las emociones negativas nos alertan mediante el malestar que producen, focalizan nuestra atención alejándola de cualquier otra distracción. Por el contrario, las emociones positivas nos impelen a repetir tantas veces como sea posible la experiencia placentera. Además, si con lo anterior no bastase, hasta no hace mucho, históricamente los investigadores (psicólogos, psiquiatras, sociólogos, antropólogos, etc.) siempre habían puesto el énfasis en estudiar las emociones negativas. Estaban convencidos que para las personas era más importante evitar el malestar y sus efectos perniciosos que dedicarse a generar emociones positivas. De hecho, la fórmula “mágica” solía consistir en terapia (psicoanálisis o modificación de conducta), barbitúricos variados, e incluso, en casos extremos, el internamiento en centros de salud. Mitigar los efectos de las emociones negativas mediante la potenciación de emociones positivas era algo que por lo visto a casi nadie se le había ocurrido.

Hoy día empiezan a sonarnos emociones como el flow (fluir) y la resiliencia. Incluso podríamos decir que están de moda, lo que en sí no es que sea malo, todo lo contrario, pero deslumbrados posiblemente por palabros bien sonantes, nos olvidamos de otras emociones positivas más “cotidianas” como el sentido del humor, el altruismo, la esperanza y el orgullo. Y no es que unas sean más importantes que otras, no hay emoción importante, sino emoción funcional, pero no puedo evitar sonreír cuando escucho a alguien decir que quiere desarrollar la emoción de la resiliencia. Cómo si ser resiliente consistiese en coger unas pesas en el gimnasio y ponerse un par de horas al día y “et voilà”, resiliencia al canto. No, desgraciadamente para ser resiliente antes hemos de haber sufrido un trauma y haberlo superado. Y qué es mejor: ¿haberlo sufrido y ser resiliente o no serlo por no haber padecido trauma alguno? Yo me decanto por la segunda opción. A veces tampoco es necesario experimentarlo todo, ¿verdad?

Utilizar las emociones positivas para mitigar los efectos de las emociones negativas puede ser una buena opción. Sin embargo en ocasiones no resulta fácil conseguirlo y otras veces no queda otra que vivir las emociones negativas y rezar por volvernos resilientes a aquello que las provoca. En realidad, lo más importante aquí es ser capaces de tomar conciencia de que emoción nos domina. De lo contrario estaremos caminando en círculos eternamente, incapaces de salir de nuestro propio laberinto emocional.

Marganto Mateo, Carmen y Juana María. Cómo potenciar las emociones positivas y afrontar las negativas. Ediciones Pirámide. 2010.

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