Sin filtros y a lo loco

47.SinFiltrosSí unas entradas atrás hablamos de la necesidad de utilizar máscaras que todos tenemos a la hora de relacionarnos socialmente, es decir, de usar fachadas que nos permitan poder mantener una mejor relación social con el resto de las personas que nos rodean, hoy quiero comentar la importancia que pueden llegar a tener la correcta utilización de los filtros a la hora de comunicarse.

Todos hemos conocido a personas que por la razón que sea son incapaces de filtrar la información. Aquello que piensan lo sueltan sin pararse ni un segundo a meditar sobre su posible idoneidad. En este tipo de situaciones, lo más curioso de todo es que estas personas no sienten ningún tipo de emoción que les pueda constreñir o que pueda impedirles soltar aquello que primero les viene a la cabeza, sino todo lo contrario, es como si necesitasen soltarlo, como si una fuerza superior a ellos los impulsarse a dejar ir pensamientos que en el fondo, estoy convencido, son conscientes de su poca adecuación social. Aquí, emociones del grupo de la vergüenza, por la razón que sea, dejan de realizar su función y quedan anuladas. O quizás sí que estén presentes, pero desaparecen producto de la imperiosa necesidad de sobresalir. Es como si estas personas necesitasen ser observadas,  centrar la atención de los demás en ellas, y para lograrlo utilizasen cualquier herramienta o situación, con independencia de su idoneidad o de las posibles consecuencias que les acaban comportando.

En este tipo de situaciones, la emoción que acaba emergiendo es la de la vergüenza ajena. Es decir, en vez de sentir ellos vergüenza y actuar está como filtro de su comportamiento o de lo que dicen, lo que sucede es que somos los demás, aquellos que les rodeamos, quienes  acabamos sintiendo la emoción, siendo quizás está la razón que provoca su actuación. Me explicó: El hecho de tener un público que se avergüenza de los de ellos, que sufre por su incorrección social, acaba favoreciendo su sobreactuación. Esta es en realidad la explicación más generosa en cuanto a ellos que se me ocurre. Otras serían un déficit intelectual o una falta de habilidades comunicativas, pero no creo que sea ésta la explicación. En el fondo estas personas no son estúpidas, sino que posiblemente, padecen un problema de autoestima. Necesitan sobresalir, ser reconocidas con independencia de que dicho reconocimiento sea positivo socialmente o negativo. Lo importante para ellas es estar expuestas. De ahí que resulta casi imposible hacerles ver lo equivocadas que son sus estrategias comunicacionales.

El fondo, estoy convencido, es la emoción del amor la que produce qué sintamos vergüenza ajena ante los comportamientos de este tipo de personas. Es nuestra incapacidad para poder entender como alguien a quien profesamos afecto, que estimamos, es capaz de comportarse socialmente cómo lo hace, y nuestra necesidad de que todos aquellos que nos rodean, que forman parte de nuestro grupo, se adapten a esa imagen social, real o imaginada, que construimos sobre nosotros, que favorecen se produzca el espectáculo. Y es que, seguramente, nosotros, sus espectadores, su público, tenemos un autoconcepto de ellos mejor del que ellos mismos tienen de sí, siendo esta la razón por la que consiguen hacernos sufrir. Sufrimiento qué provoca la aparición del bucle responsable de que se continúen realizando este tipo de incorrecciones comunicativas en el futuro, qué hace que nosotros suframos y ellos así continúen teniendo sus espectadores fieles.

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