El fin del verano llegó, y con él… con él: el frescor al fin. Aunque reconozco que prefiero el invierno, eso no significa que sea de esos a los que no les gusta el verano, sin embargo, he de decir que cuando hace tanto calor cómo ha hecho durante este verano… y tienes que trabajar sin aire… ¡uf! Casi estuve de apuntarme a una expedición al ártico. Quizás por todo ello no me he podido resistir a escribir sobre un artículo que me he encontrado por casualidad, en el que hablaban sobre los efectos del calor. Y es que por lo visto, después de realizar diversos experimentos, han descubierto que en situaciones iguales, el calor nos hace sentir más fatigados cuando el calor es desagradable que si las realizamos en un ambiente más frío. Lo cual, dicho sea de paso, parece de Perogrullo, ya que estoy convencido que cualquiera de nosotros hubiese jurado que era así, si nos hubiesen llegado a preguntar allá por mediados de julio a más de 40 grados sin necesidad de experimento alguno. Sigue leyendo