Resulta fácil confundir solitud con soledad. Quizás la causa sea debida a que el matiz que diferencia a ambas es el de la voluntariedad. Escogemos estar en soledad. En cambio la solitud nos viene impuesta. Similar a estar solo o sentirse solo. Que estemos solos no significa que no contemos con personas en caso de desear estar acompañados, eso sería no tener a nadie. De hecho, podemos estar solos pero saber que formamos parte de un grupo, y por el contrario, podemos formar parte de un grupo y sin embargo sentirnos solos, con la apremiante y dolorosa certeza de que realmente ninguna de esas personas que nos rodean es importante para nosotros ni nosotros lo somos para ellas. Seguramente el problema radica en pensar que lo contrario a la soledad (estar solo) es la compañía (estar acompañado o no sentirse solo), cuando en realidad el verdadero antónimo de soledad es el aislamiento. Sigue leyendo