Si hay alguna cosa que deja claro el presente libro, no es otra que la influencia de la cultura en la formación de las emociones y los sentimientos humanos. A lo largo de sus páginas leemos sorprendidos como en determinados lugares, determinadas emociones, acaban convirtiéndose en determinados sentimientos, estados anímicos y finalmente incluso en determinadas personalidades dominantes. No es de extrañar por tanto encontrar lugares en los que la alegría es la emoción dominante en sus habitantes, otros donde la ira ya sea en forma de mal humor o de hostilidad sea la que impere, e incluso sitios donde resulte imposible conseguir encontrar lugareños a los que podamos sorprender, atemorizar o avergonzar. Lo cual no hace otra cosa que confirmar lo obvio: que cada grupo humano posee una idiosincrasia que lo diferencia, que lo hace especial para bien o para mal, y que por ende acaba determinando el perfil personal y emocional del lugar que habitan y la sociedad que conforman. Sigue leyendo →