Archivo de la etiqueta: Sacks

Secuestro Emocional

¿Se pueden justificar determinadas acciones “irracionales” aludiendo a que fueron realizadas bajo un secuestro emocional? Judicialmente, muchas veces funciona. Socialmente, a veces, también. Moralmente… en ocasiones contadas.

Hasta hace bastante poco, el mundo científico y filosófico contemplaba las emociones (pasiones) como la antítesis a la racionalidad. Muchos, incluso, se atrevían a decir que lo que determinaba al ser humano era su racionalidad, su capacidad de sustraerse al poder de las emociones y actuar únicamente bajo los dictados de lo “cerebral”. Las emociones, los sentimientos y las pasiones eran territorio exclusivo de artistas. Pintores, escritores, actores y cantantes parecía tener exclusividad en cuanto a todo aquello referido a las expresiones. De hecho, incluso hoy día, si queremos encontrar buenas descripciones de emociones nos tenemos que ir a la literatura, la pintura, el teatro y la música. Leyendo el último libro de Oliver Sacks, este nos emplazaba a rebuscar entre las descripciones y tratados médicos del siglo XIX para hallar definiciones y descripciones precisas del funcionamiento de la mayoría de las emociones (y patologías). 

Sigue leyendo

Etiquetado , , , , ,

El río de la conciencia

51.Sacks, Oliver - El río de la concienciaQue las emociones nos configuran, no tengo duda alguna. Son los sentimientos a través de los cuales podemos diferenciar lo propio de lo aquello que nos envuelve. Sin ellos todo sería monotonía igualitaria y sin fuste. Poco importa que nuestra conciencia sea algo más que la suma de sentimientos. Sin la posibilidad de sentir no hay conciencia. Es la interacción continua con nosotros mismos y con lo que nos rodea lo que nos da sentido. Quimera eterna en forma de homeostasis, que de perderla, todo se emborrona, haciendo que el malestar y el sufrimiento se nos clave impeliéndonos a recuperar al instante el estado de confort perdido. Porque tanto da si en vez de dolor es placer lo que nos la arrebata. La homeostasis únicamente entiende de equilibrio. Porque tanto al placer como al dolor los iguala el tiempo. Todo placer acaba por doler en cuanto dura más tiempo del deseado. Porque, de igual modo que no hay mal que cien años dure, tampoco existe placer soportable si este acaba estancándose en nuestra existencia sofocándola. Sigue leyendo

Etiquetado , , , , , , ,