Ponerse en lo peor…

Dejando a un lado la dicotomía optimismo / pesimismo, la cual englobaría diferentes factores que no vienen al caso, me gustaría reflexionar sobre la razón por la que las personas estamos divididas en dos bandos: aquellas que ante un determinado escenario se posicionan en lo peor, y las que por el contrario, suelen estar plenamente convencidas que pase lo que pase todo saldrá bien. Si analizamos ambas situaciones en relación al concepto “salud mental”, no hay duda posible: creer que siempre nos sobrevendrá lo mejor alienta la aparición de emociones como el miedo, el estrés, la tristeza, la ansiedad, la angustia y un largo etcétera, todas ellas por supuesto en su versión más patológica y disfuncional.

Emosomatologia

¿Cuántas de nuestras enfermedades son reales y cuántas imaginarias? Difícil pregunta. Cambiemos “imaginarias” por psíquicas, es decir enfermedades en las qué no existe una sintomatología física concreta. Nos duele la cabeza sin que haya un síntoma físico específico; no nos hemos dado ningún golpe, no tenemos problemas de vista, no estamos congestionados ni existe ningún tipo de enfermedad neurológica que pueda explicar la razón de nuestro dolor. ¿Ninguna? Quizás no he utilizado la palabra correctamente. Causa debe de haber, pero lo que sucede es que no se trata de una fisiológica que sea producto de una enfermedad del cuerpo, sino que nuestro dolor de cabeza es debido a una enfermedad psicológica, de ahí que habitualmente denominemos a este tipo de “enfermedades” como “psicosomáticas”.