No mires a los ojos.

27.OjosMi primer recuerdo data de cuando tenía apenas unos días de vida. Sé que resulta extraño que sea capaz de recordar algo que me sucedió a una edad tan temprana, pero fue tan intenso… Soy consciente que el primer recuerdo de la mayoría de la gente normal suele ser más tardío, pero es que yo no soy como los demás. Soy tan especial, que aquel primer recuerdo no sólo se quedó grabado a fuego en mi memoria, sino que además terminó condicionándome la vida. Estoy convencido que de haber logrado olvidarlo, hoy sería otra persona muy distinta. Definitivo. Pero de nada sirve lamentarse. Cuando uno se cae, no le queda otra que levantarse si quiere poder continuar caminando.

Dos esferas paralelas y dentro de ellas otras dos. Todas rodeadas por un ovalo generalmente blanquecino. Las interiores siempre oscuras y cambiantes según les incidiese la luz. Las más exteriores invariables en cuanto a forma, pero a veces de color azul, otras de color marrón e incluso en algunos casos verde o gris, pero todas ellas, igualmente dolorosas de mirar. Como cuando mantienes la vista fija en el sol, pero mucho más inquietante y aterrador por el miedo a acabar engullido por ellas. Atrapado por su indescriptible poder de atracción.

El malestar que siento al mirarlas todavía hoy está presente. Detrás de cualquier sonido allí están ellas. Siempre observándome, invadiéndome, atosigándome implacablemente. Hiciese lo que hiciese, que en aquellos primeros momentos tampoco era gran cosa, allí estaban ellas. Clavadas en mí.  Cada vez que por equivocación posaba la mirada en ellas era como si me hincasen un hierro incandescente en el cerebro. Dolor inaguantable que solamente lograba mitigar cuando era capaz de apartar la mirada.

Pronto aprendí que mi única posibilidad de resistir a tanto dolor era no mirarlas, refugiarme en mi interior y olvidarme de cualquier cosa que hubiese fuera, por hermosa y atrayente que a priori pudiese parecerme. Aunque fuese a costa de renunciar a todo y a todos, era mucho más seguro quedarme dentro y no exponerme a que me atrapasen. Y así lo hice. Así lo sigo haciendo. Y aunque he logrado mitigar el sufrimiento, la renuncia no me ha salido gratis. Renunciar a comprender que sienten aquellos que amo ha sido el precio. Los escucho hablar. Los toco y me tocan, pero he de reconocer que el sentimiento de que continuamente me estoy perdiendo una parte importante de la película, siempre me acompaña. Incapaz de darle sentido a los sentimientos de los demás, deambulo entre ellos perdido. Como un ciego participando en un juego de encontrar los colores. Consciente de que están ahí, pero incapaz de percibirlos, mientras los demás no logran comprender mi incapacidad.

Seguramente eso es lo que más me desconcierta. No logro comprender cómo aquellos que son capaces de leer los sentimientos de quienes les rodean, sin que el miedo a mirar a los ojos los incapacite, se muestren al mismo tiempo tan incompetentes para actuar en consecuencia. A mí por lo mismo, pero a causa del profundo terror que siento, la mayoría me acaban dando de lado. Me rechazan. Me apartan. Continuamente me hacen saber que soy diferente, que estorbo, mientras se olvidan de que ellos también acaban haciendo lo mismo. La diferencia quizás esté en que su comportamiento es considerado normal. Está bien pasar de largo cuando alguien te pide ayuda, o huir de las tristezas ajenas. Incluso se acepta estar dispuesto sólo a compartir las alegrías, pero si estas se prolongan demasiado en el tiempo, acabar por expresar rechazo, a veces incluso asco, hacia ellas. Sin embargo, cuando lo hago yo… Entonces me tachan de extraterrestre, de ser extraño incapaz de comunicar lo que siente debido a que nunca pude aprender a leer lo que sus ojos expresan. Lo que mis ojos explican. Bueno, en mi caso tampoco dicen mucho. O eso he oído decir. Yo nunca he sido capaz de mirarme a mí mismo a los ojos. Ni tan siquiera sé de qué color son. Convencido que de hacerlo desapareceré, prefiero continuar vagando sin ver ni ser visto, mirando sólo hacia dentro, oculto detrás de una máscara desprovista de gestos aunque no de sentimientos. Porque aunque no quieran salir, eso no significa que no estén. Te lo puedo asegurar.

Etiquetado , , , , ,

Deja un comentario