Sensación y Percepción

26.Luria, A. R. Sensación y Percepción.jpgSegún Luria, “las sensaciones constituyen la fuente principal de nuestros conocimientos acerca del mundo exterior y de nuestro propio cuerpo”. Cualquier organismo, en pos de poder sobrevivir, necesita conformar una serie de órganos receptivos que le informen tanto de lo que sucede en el exterior como en su interior. Sin información precisa de lo que está ocurriendo resultaría imposible poder reaccionar y poner remedio a lo que acontece, dejándonos por tanto indefensos y sin respuesta. Sin dichos órganos la posibilidad de adaptarse a un entorno resultaría imposible, lo cual significaría irremediablemente su extinción y desaparición.

La relación entre sensaciones y emociones es directa. Poco importa la calidad e importancia de las sensaciones, todas ellas se acaban conformando para determinar estados emocionales que condicionan nuestro comportamiento. Si pensamos por ejemplo en una sensación sencilla como es la del frío, veremos que ésta, además de generar respuestas internas del propio organismo (reducir el flujo sanguíneo y intentar mantener la sangre en el centro del cuerpo alejándola de las extremidades), producirá también respuestas de tipo conductual, y por tanto más elaboradas, como abrigarse (ya sea mediante prendas o buscar un lugar donde resguardarse y minimizar todo lo posible el frío). La información que nuestros sentidos, en este caso concreto los órganos receptivos en la piel, le enviarán al hipotálamo, determinará no sólo el tipo de respuesta inmediata que se dará, sino también establecerá como un archivo, un histórico, del que disponer en el futuro y de esta manera poder adelantar una respuesta. Esta es en cierto modo la principal función que tienen las emociones: adelantar respuestas, generalmente de manera inconsciente y automatizada, que permitan al sujeto actuar con el objetivo de protegerse, de preservar su integridad.

Lo anterior ocurre también de forma similar en emociones más complejas. A partir de la información que poseemos de nuestro entorno y teniendo en cuenta la que la experiencia ha elaborado para utilizarla a modo de referencia, podremos entender el papel tan importante que las sensaciones poseen en emociones mucho más complejas, como la culpa. Y es que esta emoción no se produce sin que anteriormente hayamos interiorizado toda una serie de sensaciones y sentimientos a partir de las diferentes experiencias vividas. Vendría a ser algo así como “el superyó” de Freud. Es decir, la instancia moral interiorizada encargada de generar la emoción a partir de las sensaciones que tenemos a partir de un determinado acontecimiento. Si yo sé que robar está mal visto, si he interiorizado que la esencia de mi yo quedará dañada si actúo en contra de lo que socialmente es aceptado, al robar no podré evitar sentirme mal. La culpa actuará para recordarme que no debo actuar de semejante manera. Y será en función de la intensidad del malestar que la culpa me haga sentir, como la conducta socialmente mal vista podrá ser más o menos reprimida.

No sólo somos aquello que sentimos, también el significado que le hemos dado a nuestros sentimientos. Y es aquí donde intervienen los factores culturales y sociales para modelar y dar sentido a gran parte de nuestras sensaciones. Aunque quizás diciendo esto me esté apartando un poco de las ideas de Luria…, espero que me pueda perdonar allí donde se encuentre.

Luria, A. R. Sensación y Percepción. Editorial Fontanella. 1981.

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