Nostalgia cáustica

Generalmente, cuando hablamos o pensamos sobre la nostalgia solemos hacerlo como un tipo concreto de tristeza donde también está presente cierta dosis de bienestar (que puede ir desde lo simplemente agradable hasta el placer mismo). Es la incorporación del gradiente bienestar/placer lo que determina que no exista un tipo de nostalgia único y diferenciado, es decir, que existan diferentes “nostalgias”, todas ellas preparadas para “actuar” en función del recuerdo al que van asociadas. Por ejemplo, tenemos la nostalgia “dichosa”, esa en la que aquello que recordamos nos produce mucho bienestar, incluso podríamos decir que cierta alegría o placer. También está la nostalgia añorante, más cercana a la tristeza, donde a pesar de que todavía los recuerdos que la provocan nos producen cierta agradabilidad, el hecho de que seamos plenamente conscientes de la imposibilidad de poder volver a recuperar aquello perdido en el pasado, de volver a hacerlo presente, hace que ésta acabe teniendo un sabor ciertamente agridulce. Y así podríamos seguir…, sin embargo, mi intención es aprovechar esta entrada para hablar de un tipo de nostalgia ciertamente particular y peculiar que he decidido denominar nostalgia cáustica o corrosiva.

La nostalgia cáustica es esa en la que no queda muy claro si los recuerdos de antaño, esos que nos producen cierta satisfacción, verdaderamente lo hacen por el valor emocional que en su momento tuvieron o, por el contrario, nos resultan placenteros en función de compararlos con la actualidad. No es, por tanto, que dichos recuerdos fuesen dichosos per se, sino que teniendo en cuenta las actuales circunstancias, lo que hoy acontece, los ha hecho mejores de lo que realmente fueron. Pero es que además, utilizamos dicha nostalgia cáustica para atacar, para despotricar contra lo que en la actualidad ha cambiado con respecto al pasado. Es una especie de “cualquier tiempo pasado fue mejor”, pero sin apenas añoranza y sí en cambio gran dosis de desdén y desprecio con respecto al presente. Como que lo que hoy tengo, vivo, presencio, me disgusta, añoro lo que tuve, viví o presencié con independencia de si aquello realmente me resultó grato o simplemente pasó de largo y únicamente reside en mis recuerdos como contrapunto a lo actual.

Por todo ello, me da la sensación de que la nostalgia cáustica no es demasiado “sana”. No favorece en realidad la aparición de sentimientos positivos, sino que tiende a denigrar, a criticar con dureza y gran sarcasmo lo actual, con lo que no solamente resulta imposible volver hacia atrás y quedarnos en lo que añoramos, sino que además, nos convierte en dolorosa nuestra existencia actual al teñir de oscuridad cualquier aspecto de ella. Sería como “un perro del hortelano” donde determinados recuerdos, condicionados por nuestra imposibilidad para hacer que las cosas se den a nuestro gusto, impide no solamente la posibilidad de cambio, sino que además dificulta (e incluso imposibilita) podernos adaptar a las actuales circunstancias y, así, poder aprovechar para adquirir nuevas experiencias y ser más “sabios”.

En resumen, me da que la nostalgia cáustica no es más que una resistencia al cambio, un negar que las cosas pueden y puedan ser diferentes a nuestros deseos y, en consecuencia, un filtro que acaba tamizando cualquier luz actual convirtiéndola en penumbra que nos impide continuar caminando, además de con las alforjas llenas de pasado, con todo aquello novedoso, aunque no nos guste, que nos puede acabar de conformar en el presente.

Etiquetado , , , , , , ,

Deja un comentario