¿Cuándo fue qué la felicidad pasó de ser una emoción más a convertirse en ese “santo grial” que todos debemos encontrar? ¿Cómo fue que pasamos de una existencia “cotidiana” a una marcada exclusivamente por lo “emocional”? ¿Somos más felices nosotros que lo fueron nuestros bisabuelos? ¿Nuestros abuelos? ¿Nuestros padres?
Leo, escucho, observo, intercambio pareceres, y lo que impera a mí alrededor es predominantemente malestar. Pocas son las personas con las que me cruzo que parezcan o sean “realmente” felices. Todos tenemos problemas. Quien más o quien menos posee, con suerte, un grano que le incomoda (lo normal es que sean más que uno). Lo extraño no es eso, lo es, que creamos que siempre fue así. En todas las épocas, las personas que existieron sufrieron de sus “granos”. Sin embargo, hoy día, parece como si todos estuviésemos convencidos de esto sea lo anormal, una especie de castigo o maldición a la que cada uno de nosotros, individualmente estamos condenados o que alguien “superior” nos lo ha impuesto. Sigue leyendo