Miedo a ganar

El miedo acontece cuando sentimos que podemos perder alguna cosa que nos pertenece o que forma parte de nosotros, ya sea la propia vida, un objeto, una persona o una posición. Es ésta una emoción básica que tiene como principal función activar todas nuestras alarmas en pos de prepararnos para adoptar las conductas necesarias que nos pongan a salvo, a nosotros, a los que amamos o a nuestras posesiones. Existen distintos tipos de miedos. Entre ellos, sin embargo, podemos encontrar uno que parece distinto a los demás: el miedo a ganar.

Resignación

La resignación se produce con la pérdida de algo que era nuestro, que nos había acompañado, y que por la razón que sea hemos dejado de poseer. Ese algo puede ser material, pero también, y es quizás aquí donde el significado aparece más completo, puede ser relativo a nuestro yo. Dejamos que la pérdida tenga lugar y en cierto modo la aceptamos con tristeza, nos conformamos y toleramos el sufrimiento y la adversidad que ésta nos produce.

Tenhouten habla de que la resignación está compuesta de aceptación y tristeza. La resignación aparece cuando no queda mucho por hacer, junto al sentimiento de que todo está perdido, que lo que fue ya nunca será.

Diferir gratificaciones

La búsqueda del factor concreto que determina el éxito o el fracaso en la vida de una persona, se ha convertido posiblemente en el santo grial de la Psicología en los casi 150 años que lleva ésta como disciplina. Poder predecir si nuestros hijos tendrán una vida plena de éxitos o en cambio será un completo desastre, es algo que la mayoría soñamos con saber.

Estoy convencido que si digo que, posiblemente, el factor que marca la diferencia entre los humanos y el resto de seres vivos es nuestra mayor inteligencia, todos estaremos de acuerdo.

Mediocridad

¿Cuántos de nosotros podemos ser considerados mediocres? O lo que es peor, ¿cuántos nos consideramos a nosotros mismos mediocres?

Como la respuesta, propia y aliena, me produce cierto temor, me voy a escapar por la tangente y voy a establecer el significado de mediocridad: “Persona de poca inteligencia o de escaso. Vulgar”. Es decir, persona que en realidad no aporta nada, que simplemente está, que se conforma con permanecer sin resaltar.

Mi resiliencia

Previo a la resiliencia siempre aparece el miedo. Lo contrario sería como decir que con la puesta de sol acontece el nuevo día. Y, de igual manera que el miedo siempre es particular, subjetivo, propio de uno, también lo es la resiliencia. La superación de mis miedos es lo que me hace resiliente, no la superación de los de los demás. Quizás por eso la imposibilidad de aprender a ser resiliente de forma vicaria. En palabras de Siegfried Meir, “El miedo es una sensación muy difícil de describir, imposible de transmitir, sobre todo porque es irrepetible en su circunstancia concreta. No es tangible, no es cuantificable. Es absolutamente individual, subjetiva, es casi… irreal. Nadie puede representarse el terror absoluto que produce el sonido de unos pasos en la escalera, o el timbre de la puerta. El alivio que se siente cuando los pasos se detienen en el piso de abajo, o en el de arriba o en la puerta de al lado; cuando el timbre que suena no es el propio, sino el del vecino. Un alivio mezclado con cierto sentimiento de culpa, porque son los otros los que se van, los que sollozan, los que suplican; mientras que a nosotros aún nos queda un día más. Todo eso repetido un día, y otro día, y el siguiente…”. Lo mismo podríamos decir de la resiliencia. La única constante quizás sea el instinto de supervivencia.