Curación emocional

21.Servan-Schreiber, David-Curacion-emocionalLos seres humanos configuramos nuestro deambular por la vida mediante tres instrumentos: los pensamientos, las emociones y las sensaciones. Los pensamientos entendidos como una forma de lenguaje con nosotros mismos son propios de la especie humana. El resto de animales no mantiene un autodiálogo continuo. Simplemente existen. Sin pasado ni futuro. Viven en un eterno presente desde principio a fin. En cambio los seres humanos estamos continuamente pensando. Se estima que cada día tenemos más de 60.000 pensamientos. La mayoría inconscientes, pero todos ellos calan, todos influyen en nuestras acciones.

Los pensamientos y las emociones son vasos comunicantes que conforman la manera como nuestro cerebro cognitivo o neocortex y nuestro cerebro emocional o límbico se comunican entre sí. El neocórtex es lo que más nos diferencia de los animales. Algunos como el delfín o los simios superiores también tienen, pero posiblemente gracias al lenguaje, en los seres humanos es mucho mayor. De ahí que antes me atreviese a aseverar que los animales no piensan. O que al menos no lo hacen a la manera como nosotros lo hacemos.

Las sensaciones son las impresiones que se generan a partir de estímulos exteriores. Los producidos por los clásicos cinco sentidos, entre los cuales suele predominar el visual. Reaccionamos a los estímulos exteriores gracias a darles un significado emocional. Cuando nos clavamos un cristal en el pie, sentimos una serie de emociones concatenadas (sorpresa, ira, miedo, tristeza, etc.) que se ordenan en cada uno de nosotros a partir de su historia vital, de sus experiencias, a las que nuestro cuerpo responde levantando el pie rápidamente.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, y centrándonos específicamente en las emociones, Servan-Schreiber las define diciendo que éstas “no son más que la experiencia consciente de un largo conjunto de reacciones fisiológicas que regulan y ajustan continuamente la actividad de los sistemas biológicos del cuerpo a los imperativos del entorno interno y externo”. Es por tanto el cerebro emocional y no el cognitivo el que está más cerca de los mensajes que nuestros sentidos nos envían. Quizás por eso nos cuesta tanto poner en palabras lo que sentimos. Sabemos lo que nos ocurre y sin embargo la mayoría de las veces nos vemos incapaces de comunicarlo a los demás. Siendo las emociones son las señales que nuestro cuerpo emite para que se produzca una o varias conductas que den solución a aquello que nuestro cuerpo demanda. Los pensamientos se limitan a meras elucubraciones que nuestro cerebro cognitivo construye haciendo uso del lenguaje. El problema es que éstos, aunque no siempre están relacionadas con lo que sentimos, pueden acabar haciéndonos sentir algo muy diferente a los que nuestros sentidos informan, desequilibrando la relación cerebro cognitivo – cerebro emocional. Dicho desequilibrio es el que acaba facilitando la aparición de patologías como la depresión o la ansiedad. Y evitarlo no resulta sencillo, ya que a pesar de todo lo aprendido, o quizás por eso mismo, la mayoría de nosotros tenemos tendencia a olvidar la importancia de mantener dicha armonía entre los cerebros cognitivo y emocional, sin la cual, está más que demostrado que resulta imposible gozar de ese estado de bienestar tan anhelado por todos.

Servan-Schreiber, David. Curación emocional: Acabar con el estrés, la ansiedad y la depresión sin fármacos ni psicoanálisis. Editorial: DeBolsillo. 2010

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