Granularidad Emocional

04.Granulidad.pngEl concepto granularidad nace en el seno de la fotografía analógica para indicar el grado de sensibilidad tanto de la película como del papel. A mayor sensibilidad, mayor número de granos. Importado al ámbito de las emociones, la granularidad emocional vendría a indicar la capacidad de una persona para ser capaz de discriminar entre el amplio abanico de emociones que conforman nuestro universo emocional. Evidentemente, cuanto más capaces seamos de diferenciar las distintas emociones, mayor granularidad emocional poseeremos y en consecuencia más eficaces seremos de cara a regular nuestros estados emocionales.

En páginas anteriores ya hablamos de la importancia de ser capaces de discriminar entre emociones. En concreto de la imposibilidad de imaginar algo que no somos capaces de nombrar. Si no le podemos poner nombre, no existe, y en el caso que nos ocupa, el de las emociones, no poseer una etiqueta, una nomenclatura, que nos ayude a diferenciar nuestros estados emocionales, nos imposibilita de cara a poder gestionarlos o como mínimo, hace imposible que podamos saber exactamente donde estamos emocionalmente, o lo que es lo mismo, poder definir exactamente las razones que influyen en nuestra toma de decisión.

Emociones y toma de decisión son compañeras inseparables. La segunda sigue incondicionalmente a la primera allá donde ésta decide ir. En consecuencia, conocer el estado emocional que está modulando la razón por la que nos decantamos hacia un lado u otro, puede situarnos y explicarnos el motivo por el cual casi siempre acabamos embarrados en determinadas situaciones o casuísticas. Y es que nada es casualidad. Las cosas suelen tener una razón, y en la mayoría de las ocasiones esa “razón” no es otra que la emoción que nos embarga, que tiñe con su color las lentes a través de las cuales sentimos tanto lo que sucede fuera como lo que ocurre en nuestro interior.

De la misma manera que cuando vamos a comprar una televisión, un móvil o una cámara fotográfica, prestamos mucha atención al número de píxeles que dichos aparatos poseen, también deberíamos considerar profundamente las herramientas emocionales con las que contamos para dar definición a nuestra existencia. De la misma manera que no es igual una imagen con varios miles de pixeles que otra con millones de ellos, tampoco lo es nuestra vida si sólo contamos con unas cuantas herramientas que nos ayuden a manejarnos en ella. Poder contar con una caja profesional, rebosante de opciones con las cuales lidiar los distintos compromisos que nos vamos encontramos según el tiempo avanza será vital.

Poseer una buena educación emocional resultará fundamental. Sin embargo, todos andamos más o menos cojos, todos somos en mayor o menor medida unos analfabetos emocionales. La razón: la dificultad en poder  hablar en familia de lo que sentimos. Y es que la mayoría andamos más ocupados en esconder nuestros sentimientos, que en confrontarlos para así poderles poner nombre, poder asignarles un sentido que nos permita gestionarlos, o como mínimo poderlos modular. Desde hace un tiempo en las escuelas se está empezando a trabajar con las diferentes emociones, y aunque todavía la paleta de colores con la que se cuenta es reducida, probablemente debido a que quien enseña a pintar sólo posee unos pocos colores, aquí lo importante es ir haciendo ya que según se va pintando, inexorablemente, vamos descubriendo los colores que nos faltan  y en consecuencia, podemos iniciar su búsqueda.

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