Sentiencia

32.Sentiencia.pngCapacidad que tenemos todos los seres vivos de sentir, percibir o experimentar subjetividad. Es la manera que tenemos de sentir lo que estamos experimentando, la pista que nos informa de que estamos vivos y sin la cual nos resultaría imposible afirmar que poseemos conciencia.

Sin conciencia no nos diferenciaríamos mucho de una piedra. Permaneceríamos, estaríamos, seríamos e incluso podríamos llegar a desplazarnos y a sufrir transformaciones, pero sin ser realmente participes de ello. Sin conciencia de lo que somos, nada nos diferencia de aquello donde estamos. Simplemente formamos parte de un gran todo, una inocente pieza más, que actúa sumida en la inopia de su propia significación y existencia. Sin el sustrato inicial de la conciencia no cabe posibilidad alguna de cualquier tipo de emoción. Sin conocimiento del propio yo la subjetividad no puede acontecer, o lo que es lo mismo, la configuración de lo que somos a partir de aquello que sentimos al no tener lugar, nos ninguniza.

Este cuento empieza necesariamente con la aparición y participación de emociones primarias como sentir hambre, tener sed, ansiar aire que respirar, sufrir dolor, sentir la necesidad de evacuar, la obligación de dormir o dejarse llevar por el impulso sexual.  No hay fuerza vital sin la presencia de estas emociones primarias. Para que pensar en movernos si poco importa el lugar donde nos encontramos. Si no se da la necesidad, el sentir de que algo nos ocurre, tampoco puede acontecer la conducta, la intención. Necesitamos sentir que somos, para poder a llegar a establecer qué somos y ser conscientes de nuestra subjetividad.

La subjetividad permite diferenciarnos, separarnos del todo para conformarnos en un uno propio y auto significado. De esta manera logramos dar el importante paso que nos conduce a configurarnos en seres sintientes. Son los sentimientos y las emociones quienes nos hacen capaces de poder interactuar con nuestro entorno. Necesitamos poder diferenciar “dentro” de “fuera”, el yo de lo otro que nos envuelve rodeándonos y confiriéndonos localización. Estar no siempre implica ser, en cambio saber que somos nos ayuda a conocer dónde estamos y lo que es todavía más importante: hacia dónde vamos.

Ser seres sintientes implica inexorablemente incertidumbre. Relacionarnos con lo desconocido nos obliga a establecer mecanismos que nos ayuden a discriminar la afectación que lo externo a nosotros nos comportará. Aquello que nos empodere, que permita auto afirmarnos, permanecer, nos producirá placer en forma de bienestar. Por el contrario, todo lo que pueda atentar contra nuestra esencia, que resulte contrario a lo que somos y representamos, será vivido en forma de sufrimiento, de dolor que necesitaremos aprender a evitar o controlar.

Mediante la sentiencia podremos ser capaces de ensayar todas esas cualidades subjetivas que definen las experiencias individuales y que conforman las qualias, o lo que es lo mismo, la subjetividad de nuestra percepción. Y es que en realidad, valga la redundancia, percibimos en función de lo que somos y somos lo que percibimos. De ahí que, afortunadamente, existan tantos mundos como sentiencias los habitan. Poco importa lo acertados o equivocados que resulten ser esos “mundos”. En verdad, aquí, lo único que resulta vital es poder sentir. Mientras podamos hacerlo, siempre tendremos la posibilidad de conseguir entendernos con aquello que sienten los demás y en consecuencia poder seguir creciendo.

Etiquetado , , , , , ,

Deja un comentario