Triple Focus

Según Goleman cinco son las capacidades esenciales que debemos aprender para gestionar mejor nuestras emociones. La primera es ser capaces de dirigir nuestra atención hacia nuestro mundo interior. Contemplar atentamente nuestros pensamientos y sentimientos con el objetivo de tomar conciencia de nosotros mismos. Sin atención no existe aprendizaje, y sin aprendizaje las emociones suceden, pasan de largo y no somos capaces de entender ni lo que nos sucede, ni tampoco la razón por la que llevamos a cabo determinados comportamientos. Es decir, imposibilitamos cualquier oportunidad de autogestión, que es la segunda capacidad que necesitamos aprender. Autogestionarse significa ser capaces de entender por qué nos sentimos o actuamos de una determinada manera, porque si no somos capaces de entendernos a nosotros mismos, de saber nuestros “porqués”, entonces resulta harto difícil poder empatizar, entender a los demás y desarrollar esas habilidades sociales que nos permitirán relacionarnos desde el bienestar y no des del sufrimiento. Necesitamos a los demás para ser nosotros mismos, por lo que la calidad de nuestras relaciones determinará la riqueza o la pobreza de nuestro propio yo. Somos lo que compartimos. Sin intercambio resulta imposible crecer, mejorar y, en consecuencia, poder tomar buenas decisiones o, como mínimo, aquellas que hagan posible que nuestra existencia sea mejor.

Hoy día emociones como la bondad, el deseo de mejora o la curiosidad se ven muchas veces desplazadas, incluso me atrevería a decir, ocultadas, por otras como la competitividad mal entendida (es decir, desde el egoísmo, el ansia y la envidia y no desde el crecimiento), o la ira y el miedo utilizadas como herramientas de coerción para lograr que los demás hagan aquello que solamente nosotros, y no ellos, deseamos por nuestro propio interés. Vivimos tiempos acelerados en los que la calma, el tomarnos las cosas con tranquilidad, se ha convertido en algo demodé, haciendo que nos acabemos perdiendo todos esos pequeños detalles que tan importante resultan para poder dar significado a nuestra existencia. Sin darnos cuenta nos conducimos sin ni tan siquiera considerar que estamos dañando a los que nos rodean (incluido nuestro propio planeta). Imbuidos como estamos en una atmósfera egoísta y ególatra, dejamos de prestar atención a nuestro entorno para centrarnos exclusivamente en nuestro propio ombligo, sin entender que de esta manera estamos sembrando las semillas que más tarde germinarán en tristeza y sufrimiento casi infinitos.
Quizás por todo lo anterior resulta tan importante prestar atención a las emociones. Las nuestras y las de los demás. Incluso me atrevería a decir que primero a las de los demás. Aunque no siempre las entendamos debido a que por suerte o por desgracia no las hayamos sentido en nuestras propias carnes. Escuchando las emociones se aprende. Y aunque no siempre sea posible gestionar nuestros propios sentimientos ni los de los demás, resulta mucho más agradable demostrar que estamos dispuestos a aceptar aun sin entender. De lo contrario, seguiremos poniendo ladrillos a ese enorme e infranqueable muro que, sin darnos cuenta, crece y crece, para acabar, más pronto que tarde por impedir cualquier atisbo de luz, haciendo que la oscuridad lo embargue todo, tanto lo externo como lo interno.
Goleman, Daniel & Senge, Peter M. Triple Focus. Un nuevo acercamiento a la educación. Ediciones B. 2018.

Etiquetado , , , , ,

Deja un comentario