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Perfeccionismo = Sufrimiento

Cada vez lo tengo más claro: la vida es más sufrida para todos aquellos que somos en cierto modo unos perfeccionistas. Necesitar hacer las cosas perfectas (no solamente bien, sino perfectas) implica mucho más dolor que satisfacción. Las razones son múltiples. Una que no suele bastarnos con hacer las cosas bien de vez en cuando, sino que necesitamos hacerlas bien siempre. Y cuando digo siempre, es SIEMPRE. Lo cual, como todos sabemos, no siempre es posible, entre otras muchas cosas, porque tampoco nos conformamos con un determinado nivel de exigencia, sino que lo vamos subiendo y subiendo, hasta que resulta muy complicado mantener un “cierto estándar” de “calidad”. Esta sería la segunda razón: el nivel de exigencia nunca suficiente de los que tenemos la “maldición” de ser unos perfeccionistas.

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La clave de la felicidad

Actualmente, si preguntas, todo el mundo parece querer lo mismo: ser feliz. Poco importa si realmente sabemos que es la felicidad. Sencillamente la queremos. Nos han inculcado la necesidad de ser felices y estamos convencidos que merecemos serlo, que es nuestro derecho, pero, a la vez, olvidamos, como casi siempre, que tras un derecho siempre hay un deber. El problema es que son muy pocos a quienes les “gustan” (aceptan, sería más apropiado decir) sus deberes y, quizás por ello, también sea este el motivo por el cual son tan pocos los que logran ser verdaderamente felices (sea lo que sea eso de la felicidad).

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Emociones políticas 2

Cualquier sociedad aspira (o en sus inicios lo hizo, posiblemente visto los resultados de forma utópica) a que la emoción que una a todos aquellos que la componen sea el amor. Diferentes investigaciones han demostrado que, si existe una emoción importante para el bienestar de las personas, esta no es otra que el amor. Basta con recordar, a modo de ejemplo, la teoría del apego de Harlow, que nos muestran que es el amor es la emoción responsable de unir emocionalmente a las personas. En el caso concreto de los bebes, bien canalizada, los impulsa hacia la empatía, hacia el establecimiento de un interés verdadero y no egoísta en relación a la otra persona (que no la vea únicamente como un modo de lograr un fin, alimento, calor, etc.). En cambio, en la mayoría de las sociedades (desde las familias hasta las naciones) la cohesión grupal se construye a partir de sentimientos como el de “amor a la patria”, los cuales se conforman, principalmente, gracias a la emoción del orgullo. El orgullo es el “pegamento” esencial que garantiza y afianza un verdadero sentimiento de pertenencia a un grupo. Sin embargo, la diferencia entre “amor” y “orgullo” resulta más que evidente. Mientras que el primero produce una visión de igualdad entre las personas, favoreciendo la cooperación, la fraternidad y las conductas altruistas, en cambio, el segundo, se asienta en la diferencia y la competición, es decir, en aquello que hace superior a una persona per el único motivo de pertenecer a una nación, grupo, colectivo, familia, etc. Mientras que el amor une, el orgullo individualiza y nos convierte en islas, al fomentar únicamente la obligación de “defendernos” de todo aquello que pueda empequeñecernos.

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Emociones políticas

Cualquier sociedad aspira (o en sus inicios lo hizo, posiblemente visto los resultados de forma utópica) a que la emoción que una a todos aquellos que la componen sea el amor. Diferentes investigaciones han demostrado que, si existe una emoción importante para el bienestar de las personas, esta no es otra que el amor. Basta con recordar, a modo de ejemplo, la teoría del apego de Harlow, que nos muestran que es el amor es la emoción responsable de unir emocionalmente a las personas. En el caso concreto de los bebes, bien canalizada, los impulsa hacia la empatía, hacia el establecimiento de un interés verdadero y no egoísta en relación a la otra persona (que no la vea únicamente como un modo de lograr un fin, alimento, calor, etc.). En cambio, en la mayoría de las sociedades (desde las familias hasta las naciones) la cohesión grupal se construye a partir de sentimientos como el de “amor a la patria”, los cuales se conforman, principalmente, gracias a la emoción del orgullo. El orgullo es el “pegamento” esencial que garantiza y afianza un verdadero sentimiento de pertenencia a un grupo. Sin embargo, la diferencia entre “amor” y “orgullo” resulta más que evidente. Mientras que el primero produce una visión de igualdad entre las personas, favoreciendo la cooperación, la fraternidad y las conductas altruistas, en cambio, el segundo, se asienta en la diferencia y la competición, es decir, en aquello que hace superior a una persona per el único motivo de pertenecer a una nación, grupo, colectivo, familia, etc. Mientras que el amor une, el orgullo individualiza y nos convierte en islas, al fomentar únicamente la obligación de “defendernos” de todo aquello que pueda empequeñecernos.

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Alguien con quien “pelear”

Todos conocemos o hemos conocido personas que necesitan estar continuamente buscando alguien con quien “pelear”, a quien “culpar” de la situación que sea, por insulsa e intranscendente que ésta pueda resultar. Personas que viven para encontrar motivos que justifiquen la contienda continua en la que basan su existencia. Seres que basan su existencia en tener una “causa” que defender, un “tenemos que defendernos” perpetuo, y generalmente injustificado, que, a disgusto con la propia soledad, les lleva a embarcar a todos los que les rodean en sus batallas. Porque, para estas personas, o estamos con ellas, o estamos contra ellas. No existe posibilidad de término medio.

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Significado de “Amor”

Comentábamos un par de entradas atrás sobre los significados de la emoción de la sorpresa en función de las distintas culturas. Hoy vamos a hacer algo similar, pero con la emoción del amor, pero no sólo lo vamos hacer de forma intercultural, sino que también vamos a considerar las distintas formas de entenderla en una misma cultura.

Está claro que la localización geográfica (y todo lo que ello comporta, clima, usos y costumbres, normas sociales, religión, etc.), determina en gran medida la manera como tenemos de entender lo que sentimos.

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Amor

43.Rovira Celma, Álex. AmorGeneralmente, cuando pensamos en la emoción del amor la solemos vincular al amor erótico o al amor filial. La responsabilidad que sea con el primero, probablemente sea de la literatura, el cine y demás medios de entretenimiento, ocio o comunicación. En cuanto al segundo, supongo que la vida misma. No creo que exista amor más fuerte que el de una madre hacia su hijo o hija. Incluidos aquellos tipos de amor donde la pasión es la que lleva la voz cantante. Porque, aun existiendo excepciones, nada une más que los lazos madre hijo. Sin embargo, existen más tipos de amor. Muchos más. Algunos tan íntimos que incluso no suelen considerados, otros tan supeditados a la posesión que llegan a producir rechazo social, pero todos ellos, si los miramos detenidamente, podremos concluir que son también amor. Sigue leyendo

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Evitando la ansiedad

24.Ansiedad.pngSiempre he tenido muy claro que aquel quien dibujó la frontera entre el miedo y la ansiedad, lo hizo con lápiz blanco sobre lienzo blanco. Soy consciente de lo sencillo que resulta quitar un pie en una para poner los dos en la otra. Pero aun así, reconozco que me cuesta aceptarlo. El miedo, como emoción, suele tener más de adaptativo que de lo contrario. Nos ayuda a poner remedio, a poner distancia. Incluso, a tener esperanza, a creer que, tras la negra nube que ahora nos envuelve, solamente queda una salida: esa en que el sol vuelve a brillar esplendoroso. Sigue leyendo

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Las tres patas…

19.TresPatas.pngSegún mi experiencia, cualquier posibilidad de bienestar, entendido este en forma de salud emocional, se asienta sobre tres grandes patas de ese taburete a veces tan inestable que soporta nuestra existencia: la salud propiamente dicha, la calidad de nuestras relaciones (ya sean sentimentales, familiares, de amistad, etc.) y el trabajo. En cuanto a las dos primeras, pocas discusiones me suelo encontrar. Si tenemos problemas de salud, queramos o no, nuestro estado emocional se resiente y resulta sencillo acabar presa de cualquier de las emociones generadoras de malestar. Lo mismo sucede cuando tenemos problemas sentimentales: nos deja la pareja, la relación con algún familiar se torna difícil o viene condicionada por su salud, por su fallecimiento, etc. Sigue leyendo

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Palmadita

03.Palmadita.pngNo conozco a nadie a quien no le siente bien que le den una palmadita de tanto en tanto. Entendiendo palmadita, claro está, como halago o como parabién que otra persona expresa en relación a una cualidad propia y que nos hace sentir orgullosos de nosotros mismos.

Bueno, siendo estricto, si qué conozco a algunas personas que lo niegan, que esconden el bienestar que les produce que les den una palmadita, quizás porque entienden que aceptar dicho bienestar no es más que un síntoma de debilidad, o tal vez se deba a que lo sienten como una reacción típica que produce vergüenza por el halago ajeno. No sé. De todas maneras, tampoco estoy demasiado convencido de que esto que dicen sea verdad. Más que nada porque, como seres sociales que somos, la obligación de desprendernos de parte de nuestro yo, se compensa generalmente con el amor de los otros, o simplemente, a través de la necesidad que todos tenemos de ser percibidos y aceptados por los demás Sigue leyendo

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