Firmware

39.Firmware.pngTodos nacemos con capacidades similares. Si bien es cierto que nuestra dotación genética acaba acotando nuestras potencialidades, en general la mayoría compartimos una misma base a partir de la cual construimos no sólo nuestro entorno sino también la manera como nos relacionamos con él. Es como un software de base mínimo que nos iguala en aquellos aspectos fundamentales conformando las características del ser humano. A partir de aquí todo dependerá no sólo de nuestros genes, sino también de la forma que tengamos de interaccionar con el exterior. Las experiencias nos van modelando, similar a como un alfarero lo hace con un bloque de arcilla, guiándonos por la vida. Es la manera como tenemos de afrontar las vivencias lo que hace que determinadas puertas se vayan abriendo y otras se vayan cerrando según nuestra línea temporal avanza. De igual manera que el alfarero sitúa sus manos en una posición determinada, con una fuerza concreta, para lograr que el barro adquiera la forma deseada, la manera como tenemos de afrontar los éxitos y las frustraciones, determina la manera como afrontaremos situaciones futuras. Como el alfarero, que nuestra vida se convierta en una bella ánfora o en un churro deforme, dependerá de la experiencia que vayamos acumulando. Un día aprendemos que si apretamos demasiado por un lado el jarrón se nos tuerce. Otro que si no lo hacemos suficientemente nos resulta imposible lograr la forma deseada. Cierto que hay veces que el barro es mejor que otras. La lotería genética así lo quiere. Pero en general todos podemos acabar llegando bastante lejos si observamos, si aprovechamos las diferentes situaciones para aprender, para continuar y perseverar.

¿Por qué algunos tiramos la toalla al primer contratiempo y otros continuamos hacia adelante sin importarnos el número de dificultades con que nos tropezamos? Seguramente habrá una explicación genética que pueda afectar. No lo sé. Pero con independencia de los genes, es como si cada persona, por la razón que fuese, fuese configurando de manera distinta la manera de aceptar las derrotas, de interiorizar los éxitos, y que esa diferenciación, al final, fuese la responsable del camino que se acaba por recorrer. Cada uno enfocamos nuestra inteligencia en un sentido y en función de ello las puertas que se nos abren según vamos avanzando son unas u otras. Las estancias que vamos abandonando o que no llegamos a pisar, nuestra realidad, se acaba conformando en función de ese enfoque concreto que por la razón que sea cada uno de nosotros acabamos teniendo.

El problema quizás resida en que vivimos en la época donde todo se actualiza. Cada dos por tres sale una nueva actualización que mejora el rendimiento de determinada aplicación del móvil, que nos protege contra los peligros de la red, que amplía las funciones de uno de los múltiples “gadges” que se apelotonan en nuestros bolsillos. Nos resulta tan fácil actualizar, dotar de nueva vida a nuestros aparatos, que muchos acabamos creyendo que igual se puede hacer con nuestras capacidades. Residimos en un espacio temporal donde lo que no es útil, lo viejo, es rápidamente remplazado por algo nuevo. Todo parece más sencillo de solucionar. Basta con hacer clic y bajarse un “firmware” que nos actualice, con volver a hacer clic y adquirir un modelo actualizado que nos ayude a continuar. Y ese mismo actualizar continuo, esa facilidad para renovar todo aquello que no nos gusta o que se nos ha quedado obsoleto, acaba conduciéndonos al convencimiento que igual podemos hacer con nuestro software de serie. Ese mismo que la lotería genética nos dejó en suerte y que para nuestra desgracia nos convierte en seres no actualizables, o al menos, no a la manera de nuestros aparatejos.

Etiquetado , , , , ,

Deja un comentario