FOMO

El término FOMO surge del acrónimo en inglés del concepto “Fear Of Missing Out”, que en castellano significa: «miedo a perderse algo», aunque, en realidad, más que de miedo, deberíamos de hablar de angustia o ansiedad producida por perderse un determinado acontecimiento. De todas maneras, resulta más que curioso (y dice mucho de nuestra sociedad actual) que, a diferencia de nuestros ancestros, los cuales desarrollaron emociones como el miedo (a ser devorados por un león, o cualquier otro depredador), asco (por comer algo que pueda envenenarnos o tener contacto con alguna cosa que pueda “contaminarnos”), es decir, se ha pasado de emociones que servían para ponernos a salvo de posibles peligros, a desarrollar otras (¿síndromes?) simplemente por querer estar (como Dios) en todas partes y en todo momento.

El FOMO pasa por tanto a engrosar el grupo de emociones sociales (culpa, vergüenza, orgullo, etc.), pero a diferencia de todas éstas, que buscan regular la integración social de los individuos que componen una comunidad, en el caso del FOMO, no me queda claro cuál es su función. Aquí simplemente se produce un malestar (más o menos intenso) por la percepción de la persona de que es más o menos “popular” en las redes sociales, de que está más o menos integrada en función de si logra o no participar, estar presente o tener algo que ver con las distintas situaciones que acontecen en un lugar tan impreciso como es una red social y con personas con las que, excepto ser usuario de dicha red, pocas cosas más se tienen en común.

El FOMO, por tanto, no otra cosa que una consecuencia más de la cultura del “clic”, de que todo pase ante nuestros ojos, permanezca una centésima de segundo, y rápidamente pase a formar parte del olvido. Es pensar que, de igual modo que podemos acceder fácil y rápidamente a los diversos contenidos y contactos, también podemos hacerlo con las situaciones y las vivencias asociadas a ellas. Es querer convertir nuestra existencia en un “clic” infinito, donde en lugar de sucederse las pantallas, se suceden los distintos instantes de nuestra vida. Es la frustración que conlleva “descubrir” que no se puede estar en más de un sitio a la vez, que aquello de la “multitarea” (que ni los computadores pueden hacer sin haber de repartir sus recursos en cada una de ellas) no es posible y que por mucho que nos empeñemos, solamente podemos hacer una cosa a la vez si realmente queremos vivirla y disfrutarla plenamente.

Siento ser un poco “caustico” al referirme a esta “pseudoemoción”, pero como he explicado al principio de la entrada, me sorprende (por utilizar un término lo más neutro posible) la vacuidad de la existencia que embarga a nuestra generación en relación a la de nuestros padres, abuelos, etc. Nuestro principal logro es haber convertido nuestra existencia en intrascendente, condicionándola a que algo nos haga sentir en cada instante que estamos vivos, como cuando hacemos “clic” y el enlace nos envía a un sitio nuevo, inexplorado. Hemos hecho de nuestra existencia un hiperenlace infinito, donde, en lugar de saborear los distintos momentos de vida, nos dedicamos a pasar página de manera compulsiva en búsqueda del siguiente momento y, sin esperar a que este acontezca, nos dedicamos a buscar el siguiente y así hasta que llegue el momento en que descubramos (o quizás no) que hemos desaprovechado nuestra vida al haberla convertido en una eterna e insatisfactoria búsqueda de lo que en realidad ni existe ni tampoco, de hacerlo, sabríamos poner en valor.

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2 pensamientos en “FOMO

  1. Jose Puerta dice:

    Me gusto mucho tu cierre y me gustaría compartirlo.
    Creo que estamos en la época en que el cerebro reptiliano esta ganando la batalla de los tres cerebros. Y esto es sumamente peligroso, ya que los más analfabetos están encargándose de los puestos claves de la vida. Mientras el resto de la sociedad como tú aciertas está tratando de descubrir más y más sin encontrarse a sí mismo.
    El problema es que ellos son demasiados y son fáciles de manipular y lavarles el cerebro. Pareciera que el ser humano esta retrocediendo a tal punto de una autodestrucción. Nos concentramos en el cambio climático y dejamos por fuera el cambio emocional, irracional, de pensamientos izquierdistas que están tratando de matar a la sociedad tal como ha sido concebida y así todos desapareceremos.

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