Archivo de la etiqueta: angustia

Relatos desde los dos lados del cerebro

Nuestro cerebro está dividido en dos hemisferios. Simétricos, pero no idénticos, y mucho menos en cuanto a las funciones que realizan. Sabemos que esta lateralización se debe a la necesidad de que cada hemisferio deba ser especialista en unas determinadas funciones y no en otras, y también, que esto viene supeditado, entre otras cuestiones, a si somos diestros o zurdos (aunque no esto no siempre sea así, ya que se estima que solamente un 10% de la población es zurda, y de estos solamente el 70% tiene cambiada la lateralización, funcionando estos, por tanto, como si fuesen diestros).

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FOMO

El término FOMO surge del acrónimo en inglés del concepto “Fear Of Missing Out”, que en castellano significa: «miedo a perderse algo», aunque, en realidad, más que de miedo, deberíamos de hablar de angustia o ansiedad producida por perderse un determinado acontecimiento. De todas maneras, resulta más que curioso (y dice mucho de nuestra sociedad actual) que, a diferencia de nuestros ancestros, los cuales desarrollaron emociones como el miedo (a ser devorados por un león, o cualquier otro depredador), asco (por comer algo que pueda envenenarnos o tener contacto con alguna cosa que pueda “contaminarnos”), es decir, se ha pasado de emociones que servían para ponernos a salvo de posibles peligros, a desarrollar otras (¿síndromes?) simplemente por querer estar (como Dios) en todas partes y en todo momento.

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Sentimiento viejuno

Sé que, con la edad, la mayoría de las personas nos volvemos conservadoras. Supongo que se debe a que, a diferencia de lo que ocurre en la juventud, según envejecemos vamos siendo cada vez más conscientes de que el tiempo se nos escapa, lo que nos lleva, queramos o no, a procurar retenerlo y a anhelar el que hemos perdido. Quizás sea ésta la razón por la que la nostalgia es una emoción de románticos y viejos. Cuando el futuro parece infinito, no existe la necesidad de echar la vista atrás y únicamente tenemos ojos para mirar al frente y perder la mirada en el horizonte. Dicho esto, la intención (al menos conscientemente) de esta entrada no es hacer una oda al pasado ni una crítica injusta al presente. Todo lo contrario. Pretende ser un alegato al futuro, pero acordándonos también de aquello bueno que dejamos atrás. Un grito para que definitivamente la esperanza acabe por instalarse y podamos por fin dibujar un hermoso arcoíris que aparte todos esos horribles nubarrones que desde hace algún tiempo parecen estar empeñados en acompañarnos.

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The Moral Psychology of Compassion

Solemos confundir compasión con empatía. Teóricamente en ambas nos ponemos en el lugar del otro. Sin embargo, si nos escudriñamos con un poco de atención, veremos que esto no es verdaderamente así.  Cierto que la persona que siente compasión por otra imagina lo que ésta siente, pero a diferencia de lo que sucede con la empatía, no sufre lo que ella sufre. La compasión entiende el sufrimiento ajeno, pero no lo convierte en propio, sino que mantiene la distancia. La persona compasiva es una mera espectadora del sufrimiento de la otra persona, como si asistiese a una película, sabiendo que en el momento en que se enciendan las luces del cine, recogerá sus abrigos, saldrá por la puerta y su atención divagará, deteniéndose o no, en cualquiera otro aspecto con el que se encuentre.

La persona que se compadece, muy a su pesar posiblemente, actúa de manera condescendiente ante aquel otro hacia el que siente piedad. La compasión es una emoción en cierto modo social. Nos posiciona, nos sitúa por encima o por debajo en función del grado de sufrimiento que estemos padeciendo. Si mi situación es mejor que la del otro, no puedo evitar suspirar aliviado, como si se tratase de una versión diluida de la emoción de schadenfreude. No es que nos alegremos realmente de la dificultad ajena, pero sí que es cierto que sentimos algo de satisfacción al ser conscientes de que nuestra situación es mucho mejor. Como cuando sé que mi economía es mejor que la de mi compañero de oficina. No se trata de necesitar que al otro le vaya peor que a nosotros. Sencillamente, al establecer una comparación de la que salimos “vencedores”, no podemos evitar sentirnos bien.

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Congoja

48.CongojaTodos tenemos o deberíamos tener un hombro en el que apoyarnos cuando las cosas no salen tal y como habíamos esperado. Un amigo o amiga especial que siempre esté cuando las cosas vayan mal. Alguien en quien refugiarnos y esperar a que la tormenta pase y el sol vuelva a brillar. En mi caso más que una persona, que también, es la casa de mi prima Angustias, la cual está situada en un pequeño pueblo en medio de la nada más absoluta llamado Congoja.

Nada más entrar en el pueblo de Congoja, lo primero que ves es la casa de mi prima Angustias con su característica forma de barco invertido y rodeada de ese jardín tan diferente, extraño me atrevería a decir, donde la vegetación te envuelve. Sigue leyendo

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Tiempo y emociones

43.TiempoEl tiempo suele ser un factor modulador importante en algunas emociones. Bueno, más que el tiempo su relatividad. O dicho de otra manera, la percepción que cada persona tenga sobre el paso del tiempo. Imagina que estás camino a la estación de tren de un pequeño pueblecito situado en ninguna parte, donde los trenes pasan solamente una vez al día y si no tienes coche, no existe otra manera de salir de allí. Has ido allí a recoger una máquina que ha de ser expuesta sin falta al día siguiente en una importante exposición y que de no conseguir llevarla, seguramente perderás tu trabajo. De pronto miras el reloj y ves que el tren saldrá en cinco minutos y que incluso corriendo con todas tus fuerzas, tienes muchos números de perderlo. Seguramente tu corazón empezará a latir desbocado (y no precisamente por la carrera que te estás pegando), notarás como la lengua se te pega al paladar y como un sudor frío recorre tu nuca. No creo que sea necesario un experto para determinar que lo que sientes es ansiedad, angustia. Emoción que bloquea tu capacidad cognitiva, que hace que cualquier decisión se convierta en un problema metafísico difícil de solucionar y que te lleva en general al error. Durante la carrera el tiempo parecerá volar y tu ir más lento que una tortuga, mientras los segundos convertidos en afilados pensamientos, irán clavándose en tu autoestima. Sigue leyendo

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