Tendemos a pensar en la emoción del amor confundiéndola con el enamoramiento. Hollywood y el cine, seguramente, tienen bastante culpa. Sin embargo, la emoción del amor va mucho más allá. No solamente incluye el amor paterno o materno-filial, la amistad, etc., también los momentos de felicidad compartidos de manera espontánea, y sin buscarlo, con personas desconocidas. ¿Se puede considerar amaro una interacción en la que se comparte un momento “especial”? De hecho, son bastantes las investigaciones que así parecen indicarlo. A mí tampoco me extraña. Si tenemos en cuenta que el amor es absoluto presente, y que está directamente relacionado con un sinfín de sensaciones corporales que únicamente se dan en ese instante preciso, en función a determinadas acciones para con y los demás, tampoco debería sorprendernos. Además, teniendo en cuenta la sociedad actual, donde la tecnología, la lista interminable de cosas pendientes que casi nunca podemos llegar a completar, la manera de comunicarnos cada vez más supeditada a las redes sociales y, por tanto, la dificultad cada vez mayor para contactar con los demás (piel a piel),… resulta sencillo explicar por qué cada vez existen más personas que buscan amor y menos las que lo encuentran.