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Tristeza empática

41.TristezaEmpaticaSabemos que la tristeza está ahí para ayudarnos a salir del pozo, recluyéndonos en nosotros mismos hasta acaparar las fuerzas suficientes como para poder volver salir al exterior y ser capaces de enfrentarnos con la ausencia de aquello perdido. La tristeza generalmente cura. Sólo cuando pierde su sentido provoca todo lo contrario. Quizás por ello, muchos de nosotros, la buscamos cuando queremos recuperar la calma perdida. Las películas tristes, las canciones tristes, las fotografías o los libros que muestran la tristeza en todo su esplendor nos atraen como abejas a la miel. Todos tenemos un vínculo especial que nos une a la tristeza y solamente aquellos que la han vivido vestida de depresión no quieren ni oír hablar de ella. Porque la depresión en lugar de sacarte, te hunde cada vez más en el pozo, susurrándote a todas horas que ya jamás podrás ver de nuevo la luz. Borrando de la ecuación vital de la persona que la escucha toda posibilidad de esperanza. Sigue leyendo

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Dolor

12.Dolor.pngNo podemos vivir con su presencia pero tampoco con su ausencia. Dualidad terrible que nos condiciona. Cuando está con nosotros, porque nos obliga a posar la mirada y el resto de los sentidos allí donde él desea. Cuando no se manifiesta, porque siempre existe el riesgo de lo que pueda pasar sin que haya nada que nos avise. Detestado por la mayoría, deseado por unos pocos, casi todos desequilibrados mentalmente, el dolor es un amigo fiel aunque generalmente indeseado. Sigue leyendo

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Juez y parte


17.juezypartenuevoJuzgar a los demás es una de esas acciones que resulta casi imposible de evitar. Ves a una persona comportarse de una determinada manera y rápidamente estableces una conclusión que define y etiqueta su conducta. No importa si el resultado final de nuestra sentencia es aprobatorio, absolutorio o condenatorio, por el simple hecho de juzgar al otro o a nosotros mismos, siempre acabamos situados en una especie de pedestal en el que arbitrariamente nos hemos subido y que actúa como atrapa rayos, como un extraño imán cuyo único poder de atracción es el de acercarnos irremediablemente hacia el sufrimiento que conlleva la soberbia del que se cree juez y no es consciente que también es parte. Sigue leyendo

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El instante preciso

07.InstanteUn día las cosas deciden torcerse y a partir de ahí, por mucho que te empeñes en enderezarlas, lo único que consigues es torcerlas aún más. El recuerdo de aquel instante preciso en que todo empezó permanece grabado en mi memoria. Ese momento de no retorno en el que el mostrador de los sueños baja por primera y última vez la persiana provocando que la oscuridad difumine cualquier atisbo de color. Que inflexible, te dice que ya nada sería igual. Sigue leyendo

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Malditas expectativas

03.Malditas-ExpectativasTodo suele empezar un día cualquiera, uno de esos en que poco importa si hace sol o está nublado. De repente no sabes el motivo, pero las cosas comienzan a suceder más rápido de lo que es habitual. Los acontecimientos se van amontonando pugnando por ser los primeros en acontecer. Lo que hasta ese instante había ido sucediendo de forma ordenada: ahora uno, después el otro, más tarde el siguiente, y así un largo etcétera, hoy, por la razón que sea, algo o alguien ha decido que se daría todo a la vez, que el presunto orden normal de las cosas se había terminado y los problemas avanzan a codazos. Y tú estás ahí, con la sensación que vas barranco abajo, pero ciego, incapaz de ver como todo empieza a acontecer y por tanto sin poder hacer nada por evitarlo. Se te viene encima o, según como se mire, vas cuesta abajo. Sigue leyendo

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Sueños de continuar

51.Sueños.pngNestor todavía no sabe a día de hoy si la idea de tener un hijo se la inculcó Rita, su mujer, o siempre había estado ahí, latente, como ocurre con los genes y con las emociones, que de repente actúan sin que antes ni tan siquiera nos hayamos planteado que pudieran tener lugar. Pero lo cierto es que, de repente, un buen o quizás un mal día, Nestor se despertó con la urgencia de ser papá, de traer al mundo un retoño fruto de su relación con Rita y que perpetuase su legado, si es que realmente tenía uno. Y ese mismo día la pesadilla se hizo realidad. Quién le iba a decir a él, que se había pasado hasta ese instante evitando que tal contingencia pudiera producirse, que cuando por fin se decidiese a dejar actuar a la naturaleza, ésta, de forma inmisericorde se le pondría en contra. Sigue leyendo

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Carencias

24.Carencias.pngMi amigo Pedro es un sufridor profesional. Si no padece no parece estar contento, cuando en realidad, el problema suele ser el contrario: tanto sufrimiento acaba haciéndolo profundamente infeliz. Y no se trata de un juicio gratuito. Para nada. El cariño que le profeso hace inviable la crítica. Sencillamente es preocupación. Además, si le preguntas, rápidamente admitirá que le gusta sufrir, que no sabe muy bien cómo, pero lo cierto es que generalmente acaba preocupándose innecesariamente por cualquier aspecto, sea éste relevante o no. Sigue leyendo

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Decisiones obligadas

22.Decision¿A quién no le gustaría conocer el futuro de sus decisiones? Sobre todo en aquellos casos en los que las tomamos obligados por el miedo a las consecuencias de equivocarnos. Es aquí donde más surge la necesidad de conocer como hubiese salido la cosa en el caso de haber tomado la decisión deseada, y poder comparar con nuestra situación tras decidir “a la defensiva”, es decir, tras decantarnos por la opción menos arriesgada.

Resulta curioso como al tomar este tipo de decisiones, en lugar de sentirnos aliviados por haber cogido el camino seguro, aquel que todos a nuestro alrededor aconsejan y aprueban, son las emociones negativas las que se instalan en nosotros, y en especial en nuestros pensamientos, los cuales ajenos a nuestra voluntad, se empecinan en continuar torturándonos recordándonos (seguramente de forma falaz y malintencionada) lo felices que ahora seriamos si hubiésemos tomado el otro camino, ese que nuestro corazón tanto insistía en escoger. Sigue leyendo

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La culpa

18.CulpaEmoción social por antonomasia. La interiorización de las normas sociales y el hecho de querer quebrantarlas produce, en condiciones normales, la aparición de la emoción de la culpa. Sí, he dicho “querer”, y este posiblemente es un matiz importante que nos ayudará a entender la emoción. Y es que no hace falta cometer la infracción para sentirnos culpables. En muchas ocasiones es suficiente desear hacerlo y no atrevernos. Quizás por esto, tanto Tenhouten como Plutchik coinciden en descomponer la culpa en miedo más alegría. Sigue leyendo

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Morbosidad

06.MorbosidadEsta es una emoción especial. A pesar de ser eminentemente social, sin embargo, está directamente relacionada con aquello que las normas sociales marcan como “prohibido” ya que comporta realizar acciones que van en contra de lo moralmente establecido, y por tanto, se hace imprescindible vivirla en la más estricta intimidad. Como sucede en el caso de la vergüenza, luchamos por esconderla de los demás. Ser visto como una persona morbosa provoca repulsión, ya que como bien dice Tenhouten, “la persona morbosa encuentra la alegría y el placer en lo que es desagradable para los demás”, y por tanto, pese a la pena social, el sujeto no está dispuesto a renunciar a su placer “privado” y lo esconde del juicio social sabedor que de ser descubierto, su reputación social no quedará muy bien parada. Sigue leyendo

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