Sabemos que la tristeza está ahí para ayudarnos a salir del pozo, recluyéndonos en nosotros mismos hasta acaparar las fuerzas suficientes como para poder volver salir al exterior y ser capaces de enfrentarnos con la ausencia de aquello perdido. La tristeza generalmente cura. Sólo cuando pierde su sentido provoca todo lo contrario. Quizás por ello, muchos de nosotros, la buscamos cuando queremos recuperar la calma perdida. Las películas tristes, las canciones tristes, las fotografías o los libros que muestran la tristeza en todo su esplendor nos atraen como abejas a la miel. Todos tenemos un vínculo especial que nos une a la tristeza y solamente aquellos que la han vivido vestida de depresión no quieren ni oír hablar de ella. Porque la depresión en lugar de sacarte, te hunde cada vez más en el pozo, susurrándote a todas horas que ya jamás podrás ver de nuevo la luz. Borrando de la ecuación vital de la persona que la escucha toda posibilidad de esperanza. Sigue leyendo